INCOHERENTE

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—Ya lo conoce, no le gustan los grandes festejos. Hoy iré al centro comercial y le buscaré algo que le agrade —Decía Lilly con el celular pegado al oído derecho, sosteniéndolo con el hombro mientras se servía café.

Ese domingo se había levantado muy temprano con la finalidad de ir a hacer las compras pre cumpleaños de Jackson, a punto de cumplir los veintiocho. Julia ingería sus alimentos sentada en un banquillo del desayunador, viéndola ir y venir de un lado a otro, presurosa.

—Sí. Nos vemos el lunes —Remató, terminando la comunicación con la Señora Turner y dejando caer el aparato dentro de su bolsa, que yacía con el zíper abierto sobre una esquina de la encimera.

— ¿Puedes sentarte a beberte el café con calma? Parece que vas a recibir herencia — le dijo su amiga, sorbiendo un poco de su vaso con jugo de naranja.

Lillian negó, dándole un trago grande a la amarga bebida y dejándola a medias en el recipiente.

—Tengo prisa —sentenció, rodeando la barra.

Jules se incorporó de un salto y la siguió.

—Lo que le compres estará bien para él.

—Porque es amable. ¿Sabes cuántas veces le he regalado calcetines? —indagó la ojiazul, entrando en su recámara y frenando frente al tocador a colocarse el reloj de pulso.

La encaró.

Vaya que su compañera lo sabía.

¡Se trataba de Jack!

El que levantara una ceja y frunciera los labios hasta formar con ellos un perfecto montículo de carne, fue suficiente respuesta.

— ¿Lo ves? Este año quiero que sea diferente al resto de los que hemos pasado juntos.

La de cabellos caoba palmeó el colchón en el que se acomodó mientras tanto, extendiéndole una invitación a imitarla.

Resoplando, la castaña le tomó la palabra.

— ¿Qué hay de diferente entre este y los años anteriores?

Vacilante, Lilly se contempló las manos entrelazadas y después, empezó a arrancarse los pellejitos en derredor de las uñas, que sobra decir, lucían verdaderamente desastrosas.

—Ninguna. Simplemente es que deseo que por una vez, disfrute de un regalo original. ¿Tiene algo de malo?

Julia suspiró, negando.

—En realidad, no tendría nada de malo si estuvieras diciéndome la verdad. No obstante, lo que sí es malo y antihigiénico, es que te muerdas las uñas cuando antes no lo hacías. ¿Quieres explicarme eso?

La interpelada pasó saliva lentamente y cerró los párpados.

—He tenido un poco de ansiedad últimamente.

La resolución salió a manera de bisbiseo.

— ¿Qué? —Insistió Jules, de ceño plegado y mueca de extrañeza —Escúchame, Lillian Buttler: sé que soy joven y a mi edad debería poseer un oído bastante eficiente, pero no. Creo que es porque los que poseen pulmones sanos y fuertes son mis alumnos. ¿Quieres repetir lo que dijiste?

El turno de suspirar fue de Lilly, rodando los ojos.

—Dije, que últimamente he tenido un poco de ansiedad. ¿Contenta? ¿Eso querías saber? Pues ya está. Ahí lo tienes. ¿Ya me puedo ir al centro comercial?

Julia parpadeó, sacando conjeturas.

—Se trata de Michael, ¿verdad?

La chica Buttler hizo el amago de ponerse en pie y tal movimiento le fue impedido.

SIN LÍMITES © (A La Venta En Físico Por AMAZON y Librería MOB en Línea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora