"No quiero verte cerca de mi hija". Esa fue la frase que Martin le gritó a Michael a la cara, luego de la confesión con la que William se ganara un puñetazo en la mandíbula.
Fue exactamente a las afueras del consultorio que estaba ocupando y por cuya puerta, debía acceder cinco días a la semana. Parecía que algo, no sabía explicar qué, se había encargado de enterrar ese recuerdo en lo profundo de sus memorias debido al daño imborrable que causara.
¿Por qué su padre tuvo que enamorarse precisamente de la madre de Lilly?
Esa tarde sintió morirse junto a Selene.
-Me voy a casa, Doris. Cualquier cosa, llámame y vendré lo antes posible -dijo pasando por recepción, después de volver del restaurante y recoger su maletín.
La enfermera, quien se diera cuenta del cambio de humor sufrido por Mike gracias a su conversación durante la comida, apenada le pidió una sincera disculpa.
-Así lo haré, Doctor Moore. Pero antes de que se vaya, necesito que me dispense la metida de pata.
El joven médico frunció el entrecejo y sonrió, con fingida tranquilidad.
-Todo está bien. Son cosas que pasaron. Forman parte de lo que soy -musitó, elevando la mano en una despedida silenciosa y reiterando la orden dada con antelación, antes de darse la media vuelta y partir.
Doris suspiró, porque aunque hubiesen pasado diez años, aún tenía presente la tristeza inconsolable nublando el semblante del adolescente de antaño.
Le preocupaba su soledad.
"Si tan solo se atreviera a conocer a alguien". Pensaba, porque desde que tomara posesión de su puesto en el hospital, no se hablaba de otra cosa que no fuese lo buen mozo, inteligente, sexy y profesional que era.
Doctoras, paramédicos y enfermeras, hacían fila porque se fijara en ellas. Sin embargo, no se puede forzar a nadie a cambiar su presente.
-Cuídate, Mike -susurró para sí misma, contemplando cómo se perdía.
Al llegar a casa, una botella de coñac lo esperaba en la cava de la cocina y se sirvió una copa, de ahí sobrevino otra y otra. Conforme el licor impregnaba su lengua y paladar, también los recuerdos de un padre sumergido equivocadamente en el alivio efímero que el alcohol suele proveer, se asomaban en su subconsciente.
Parado detrás de la encimera, clavó la vista en el sofá individual donde William solía tirarse a beber como un cosaco y a llorar por un amor que no volvería jamás. Entonces la necesidad de un último sorbo lo embargó y vertió el envase, llenando el vaso hasta la mitad a la vez que la rabia lo envolvía en oleadas avasalladoras. Colocó nuevamente la botella en la cubierta y condujo lentamente la ansiada copa hasta su boca, afianzando los dedos alrededor con demasiado ímpetu.
No llegó a destino.
Tras un grito colérico, lanzó el enser contra la pared más cercana y éste causó un estrepitoso sonido, convirtiéndose en pequeños y punzantes trozos.
No dejaba de pensar en ella, en la falta que le había hecho y en la que con plena seguridad, todavía le hacía. Si no, ¿por qué advertía el dolor tan fresco y reciente?
Se negaba a prolongar la alusión de tantas y tantas retentivas, mas el impulso era más fuerte que su oposición.
Dos días después del deceso de la señora Buttler, se llevaron a cabo los funerales. El cementerio de Rainbows Bay acogió los restos una mañana de lluvia intermitente, con Michael asistiendo a escondidas.
Hubiese dado lo que fuera por estar con Lillian, por ser él y no Jack quien la abrazara en consuelo; pero tuvo que conformarse con acompañarla de lejos oculto detrás de una enorme Secuoya, mojado y con las gotas de agua camuflándole las lágrimas.
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SIN LÍMITES © (A La Venta En Físico Por AMAZON y Librería MOB en Línea)
عاطفيةLilly ama a Mike. Mike ama a Lilly. Y Jack... Bueno, Jack es el mejor amigo de ambos pero ama a Lilly en silencio; hasta que un día Mike se va dejándole el camino libre. Dicen que el tiempo y la distancia lo curan todo aunque, no siempre es así, a...