Lo sucedido entre Jackson y Julia nos deja bastante claro que en la vida, ningún hecho se debe dar por sentado. En un minuto hablaba de casarse con Lillian y al siguiente, no era precisamente ella con quien compartía mucho más que una simple cerveza. El porvenir es ambiguo. Nada es manifiesto. Cada vivencia va labrando el camino para la siguiente y esta para la subsecuente, hasta llegar a un objetivo.
Isaac Newton no se equivocó al decir que a cada acción corresponde una reacción, nadie está exento de las consecuencias malas o buenas de sus acciones y en Rainbows Bay, causas y efectos estaban a la orden del día.
Eran las ocho de la mañana y Michael había pasado la noche en vela vigilando a Lilly desde el sofá a un costado de la cama en la que yacía, mientras intentaba encontrarle lógica a la crisis nerviosa que sufriera.
"El estrés puede ser un detonante". Se decía, ansiando que abriera los ojos para que le aclarara la incógnita de viva voz.
Hurgó en el pasado intentando recordar si alguna vez su sistema nervioso hubo colapsado a tal grado, sin embargo, ni la muerte de su madre ni la despedida entre ambos la había desestabilizado al punto de la histeria.
"Estuviste lejos diez años, Michael". Pensó, al tiempo que la puerta de la habitación se abría mostrándole a una Doris ojerosa, cargando una charola con una nueva bolsa de solución fisiológica.
—Buenos días, Mike —saludó, con el cansancio ensombreciendo su tono pero no su sonrisa genuina.
Se negó a retirarse del hospital aunque su turno ya hubiera acabado, alegando que a la muerte de Selene, se prometió estar siempre para su hija.
Cerró la puerta tras de sí.
—Buenos días, Doris —El joven médico correspondió al saludo sin despegar su escrutinio reflexivo, de la carita apacible de la ojiazul.
Doris frunció el ceño.
— ¿Te sucede algo?
—Tengo toda la noche preguntándome la causa de todo esto. He viajado ilusoriamente a través de esos nueve años que compartimos por si ahí estuviera la clave pero, nada —sonrió prosiguiendo, llevando sus iris de Doris a Lilly y viceversa —. Tenía su genio pero, ¿quién no lo tiene en plena adolescencia? —Hizo una pausa, resoplando —Ojalá existiera una forma de entrar en su mente y saber si ahí...
—No hace falta, Michael —lo interrumpió, harta de guardar secretos por no ser la persona idónea para desvelarlos. No obstante, sí era esa que vivió a lado de la unigénita de los Buttler la parte de la historia que el castaño ignoraba. A otro perro con el hueso de la traición, el abandono y las dichosas cartas sin contestación que Jackson tanto debatía, hubiese metido las manos al fuego por el hijo de William sin pensárselo siquiera. Pasó saliva tragando el nudo que el rememorar tal calvario, le formaba en su garganta —. Hay algo que tienes que saber.
Y dicho esto, dejó la charola sobre la mesa puente a los pies de Lillian y le tendió la mano, pidiéndole que la siguiera.
—Acompáñame. Estará dormida por al menos una hora más. No le sucederá nada — el semblante de su jefe le decía su sentir claramente. No deseaba alejarse más de lo indispensable.
Moore lanzó un vistazo hacia su paciente y luego de sopesarlo unos segundos asintió, saliendo del cuarto tras ella.
— ¿A dónde vamos? — quiso saber, siendo guiado por los largos pasillos de aquel edificio y subiendo al elevador, en el que fue oprimida la tecla de mando para que descendiera hasta el sótano.
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SIN LÍMITES © (A La Venta En Físico Por AMAZON y Librería MOB en Línea)
Roman d'amourLilly ama a Mike. Mike ama a Lilly. Y Jack... Bueno, Jack es el mejor amigo de ambos pero ama a Lilly en silencio; hasta que un día Mike se va dejándole el camino libre. Dicen que el tiempo y la distancia lo curan todo aunque, no siempre es así, a...