Capítulo siete
Julie
—No podemos —susurró riendo.
Él rueda sus ojos.
—Claro que podemos, podemos hacer lo que tu quieras.
Y para terminar la frase me besa.
Chase me besa como si no hubiera un mañana, como si estuviera hambriento y yo fuera la comida más apetecible disponible.
Me besa como si fuera el aire que necesita para respirar.
No nos cuesta mucho deshacernos de nuestra ropa, estamos tan desesperados que creo que si hubiesen cronometrado cuanto tardamos el reloj hubiese marcado menos de un minuto.
Chase deja un rastro de besos por mi cuello, mi barbilla, mi oreja.
Mordiendo el lóbulo de mi oreja izquierda me susurra.
—Estás tan buena. Estás tan buena y ahora te voy a follar como la niña buena que eres, ¿eso te gustaría?
Estoy tan extasiada que el único sonido que se escapa de mi garganta es una mezcla de un gruñido y un gemido.
Chase se aprieta contra mi para que pueda sentir su dureza.
—Es la casa del señor Clinton Chase, no podemos —murmuro.
Él deja de besarme y me mira fijamente.
—Claro que no podemos, si es un sueño tontita.
Despierto como si me hubieran tirado un cubo de agua fría en la cabeza aunque mi piel está de la temperatura opuesta, totalmente caliente, hirviendo diría.
Soñé con Chase, pero no cualquier sueño, sino uno guarro, uno muy guarro.
El que me hayan arruinado el ligue con Josh la otra vez me dejó sexualmente frustrada, sí, debió ser eso.
Necesitaba echar una siesta porque como agradecimiento por lo de hoy en la mañana, en resumen, fingir que era su novia, me invitó a la fiesta del equipo, pero ésta es un poco más exclusiva, tiene lista de invitados y dress code.
Si no me equivoco es el cumpleaños de Paul, un chico del equipo.
Estoy tan feliz de que me hayan invitado, significa que tal vez me están viendo como una más en el equipo.
Según las palabras de Chase: "Si no te invito los chicos me matarían".
Así que sí, tal vez no me invitó porque me debía una o porque le caigo bien pero pudo haber fingido demencia y no invitarme y sin embargo decidió hacerlo.
La temática de la fiesta es de disfraces y yo ya tenía en claro cual quería que sea.
No me tomo mucho tiempo cambiarme pues no es un disfraz muy elaborado, sinceramente es bastante simple y lo hice casero.
El camino hasta la casa del equipo se hace bastante largo y más porque no tengo a Lucy conmigo. Nos encontraremos en la fiesta.
Cuando llego a la entrada unos estudiantes de primer año esperan en la puerta con una lista. Pobres chicos, probablemente están allí con la condición que si hacen de porteros les darán alcohol gratis o algo así.
Me encuentran rápidamente en la lista y me dejan pasar.
La música parece detenerse cuando entro porque todo el equipo de hockey se me queda mirando.
Pasa por dos fases.
La primera, se me quedan mirando fijamente sin decir nada.
La segunda, comienzan a reírse como desquiciados sin poder parar.
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Un plan casi perfecto
Teen FictionJulie Anderson había desafiado los estereotipos de género su vida entera. Desde pequeña le interesaban los deportes y no las muñecas gracias a su tío que era una estrella del hockey sobre hielo. Ahora estudia periodismo deportivo y gracias a su exce...