Capítulo 3

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Nada más llegar a la fortaleza los niños fueron separados. Por una parte Aemond fue requerido por su madre la cual le regañó por su imprudencia y por poner en peligro a su sobrina. A su vez, la princesa fue llevada con el maestre que la examinó. Mientras estaba llevando a cabo el proceso llegó Rhaenyra junto con Laenor.

- Maestre, dígame que ha ocurrido - habló Laenor mientras Rhaenyra se agachó a la altura de su hija y la inspeccionó solo viendo que su vestido había sido quemado.

- Según la princesa un dragón la quemó con sus llamas pero puedo asegurarles que no tiene una sola quemadura - explicó el maestre cabizbajo.

- Es cierto, entré en la fosa con Aemond y Dreamfyre iba a quemarnos por lo que lo aparté - explicó la niña mientras se cubría con una capa que le habían proporcionado al llegar a la Fortaleza Roja.

- ¿Cómo se te ocurre hija? - interrogó enfadada la princesa - ¿Y si hubieras muerto?

- Pero no lo he hecho, estoy aquí, con vosotros - indicó la niña con su dulce sonrisa haciendo que a su madre se le pasara un poco el enfado y sin poder evitarlo suspiró y la abrazó.

- Maestre, ¿había visto algo así antes? - interrogó Laenor curioso.

- Cuentan las leyendas que la sangre Targaryen está cargada de magia ancestral de la Antigua Valyria, suena disparatado pero de por si ustedes ya soportáis mejor el calor, podría ser que se desarrolle inmunidad al fuego - explicó el maestre titubeante - sé que suena a locura, no me hagan caso.

- No maestre, tiene razón, podría ser posible - habló la princesa Rhaenyra recordando lo que le contó su padre el día en que la nombró heredera - esto no debería de salir a la luz por un tiempo así que quedará entre nosotros, ¿de acuerdo? - anunció la princesa a lo que el maestre, Laenor y Aemma asintieron.

Laenor, Rhaenyra y su hija volvieron a los aposentos familiares al estar seguros de que estaba todo bien con la princesa.

- Aemma - dijeron sus hermanos Jace y Luke corriendo hacia su encuentro nada más entrar a la estancia.

- ¿Por qué seguiste al tonto de Aemond? - interrogó Jace ahora un poco más molesto.

- Aemond no es tonto y si vosotros no le hubierais gastado esa broma de tan mal gusto no habría entrado a la fosa - recriminó su melliza igual de molesta.

- Lo siento Aemma - dijo ahora el pequeño de cabellos rizados al ver que su adorada hermana estaba enfadada con ellos.

- No es a mi a quién tenéis que pedir perdón - habló la niña mirando a sus hermanos con los brazos cruzados.

- En eso tiene razón vuestra hermana, Aemond es vuestro tío y aunque no os llevéis bien con él no justifica vuestro comportamiento - indicó la princesa de Rocadragón tomando asiento.

- Pero fue idea de Aegon - recriminó Luke desesperado al ver como su madre y hermana estaban enfadadas.

- ¿Y vosotros lo seguís como borregos? Os creía más inteligentes hijos - dijo Rhaenyra dando por zanjado el tema mientras tomaba al pequeño Joffrey.

- Me alegro de que estéis bien princesa - habló por primera vez el Comandante que había estado presente en toda la discusión.

- Muchas gracias por vuestra preocupación Ser Harwin - respondió la pequeña cambiando su tono y expresión facial, siendo estas ahora más relajadas.

Al día siguiente la pequeña Aemma paseaba por la fortaleza hasta llegar al patio del arciano.

- Sabía que te encontraría aquí - habló una voz a sus espaldas y al girarse se topó con Aemond.

- Aemond - saludó la pequeña con un abrazo.

- ¿Te encuentras bien? - interrogó el mayor preocupado.

- Si, aunque las llamas me alcanzaron no me quemaron - contestó mirándolo tranquila.

- Lo siento por no haber reaccionado a tiempo, si no hubiera sido tan terco nada de esto habría pasado - se lamentó el platinado acariciando la mejilla de la niña.

- No te preocupes, lo que cuenta es que no me pasó nada y en realidad no fue tu culpa del todo, es decir, Aegon junto con mis hermanos fueron lo que hicieron la broma, si no la hubieran hecho no habría pasado nada - expresó la más joven intentando que el otro no se sintiera culpable.

- ¿Cómo puede ser que no tengas ni una sola quemadura? - cuestionó ahora confundido el niño.

- Puede que nuestra sangre valyria sea más mágica de lo que pensamos - respondió la niña intentando dar misterio - pero es un secreto entre nosotros - dijo ahora susurrando a lo que Aemond casi sin poder gesticular asintió con su cabeza. Estaba encantado de tener un secreto con su adorada princesa.

Aquel mismo día los reyes llamaron a la princesa para ver en qué estado se encontraba.

- Altezas - saludó la pequeña con una reverencia al entrar a la estancia dónde estaban su abuelo y su esposa.

- Aemma, acércate - indicó el rey desde su asiento - ¿Te encuentras bien? - interrogó Viserys preocupado mientras que la reina inspeccionaba la integridad física de la pequeña.

- Si, abuelo. No fue nada al final - contestó la pequeña un poco cohibida por la presencia de la reina a la que no solía ver mucho.

- Menos mal que la imprudencia de mi hijo no tuviera consecuencias - indicó Alicent acercándose a la pequeña y acariciando su melena.

Por alguna razón aunque la familia de Rhaenyra le resultaba molesta, esta niña en concreto le simpatizaba en cierta manera. Sabía que era una bastarda como sus hermanos aunque sus características físicas no la delataran. Tal vez fuera por la amistad entre Aemma y su hijo, o tal vez porque le recordaba a la anterior esposa del rey, a la cual en el fondo apreciaba. No sabía muy bien por qué, pero cuando se enteró del accidente que había sufrido la única hija de la princesa no pudo evitar preocuparse.

Tras el incidente con Aemond y Aemma la vida en la Fortaleza Roja siguió como siempre había sido hasta ese día. El día en que destituyeron a Harwin Strong.

Dragon's  Blood [Aemond Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora