Capítulo 11

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*Advertencia: este capítulo tiene contenido sensible*

Tras varios brindis por parte de la reina y la princesa de Rocadragón el salón seguía festejando la unión de Aemond y Aemma Targaryen.

- ¡Es hora del encamamiento! - gritó el hijo del rey, borracho - Veamos que tiene mi hermano para esta noche.

Todos los hombres se levantaron de su asiento ansiosos pero cuando Aemond propinó un golpe a la mesa haciendo que todos quedaron estáticos y Daemon se levantó mirando al público amenazante, el júbilo cesó de inmediato. No era su hija biológica pero la había criado como tal y mientras él estuviera con vida, ninguna de sus hijas sufriría tal vergüenza.

- Querido hermano, me temo que no habrá encamamiento - dijo sereno el príncipe pero en su mirada transmitía terror por lo que ningún hombre fue capaz de acercarse a la joven.

- Gracias Aemond - dijo la joven aliviada de no vivir aquella asquerosa tradición. Su esposo se deleitó de volver a escuchar su nombre saliendo de los rosados labios de su princesa, los cuales deseaba besar de nuevo pero entonces recordó la conversación que había tenido con su abuelo ese mismo día.

- Me dijeron que queríais verme - dijo Aemond al estar frente a Otto.

- Hoy es el gran día - comenzó a decir el Hightower levantándose de su asiento y acercándose a su nieto con orgullo - ¿estáis nervioso?

- ¿A qué viene todo esto? - interrogó el joven suspicaz.

- Sois inteligente Aemond, hace nueve años ganasteis a Vhagar para nuestro bando - comenzó a hablar - y hoy - indicó con el dedo índice - le arrebataremos a tu hermana su preciado tesoro, su única hija y además ganaremos un nuevo dragón para la causa.

- Aemma no es una de tus piezas con la que podáis jugar - dijo con enfado el del parche.

- La habéis amado toda vuestra vida - habló el mayor dándose la vuelta y sin verlo sabía que su nieto estaba perplejo por lo que acababa de afirmar - ¿os sorprende que lo sepa? Es demasiado notorio por vuestra parte además de que como la mano del rey nunca se me escapa un detalle, tengo espías por todos los rincones del reino - explicó el hombre volviendo a tomar asiento.

- Si es así, no me casaré con ella - contestó con dureza.

- No seas incoherente, vuestro compromiso es por decreto del rey, aunque ninguno quisiera tendríais que hacerlo - expresó Otto cruzando las manos sobre la mesa sabiendo que tenía toda la razón - esta noche debemos arrebatarle a Rhaenyra su hija, así que ara evitar que el compromiso se anule, deberás de consumarlo.

- ¿Y si ella no quiere? La última vez que la vi llamé bastardos a sus hermanos, dudo mucho que me reciba complaciente en su lecho - habló Aemond sabiendo que era una realidad.

- Lo haréis quiera o no - sentenció su abuelo haciendo que abriera la boca en estado de shock. No podía creer lo que acababa de escuchar ¿Pretendía que la violara? Nunca podría hacerle eso a nadie y menos a Aemma - de ser necesario haré que algún guardia la viole, lo importante es que pierda su virtud.

- Lo mataré de ser así - amenazó Aemond y su abuelo sabía que no era ningún farol.

- Si no lo haces tú, lo hará otro y te haré verlo - terminó harto la mano del rey.

Deambulaban por el pasillo que los llevaba al lecho matrimonial seguidos por Jon.

- ¿Tiene que venir así de pegado? - interrogó Aemond con cierta molestia.

- Es mi guardia personal - respondió con sencillez la joven mientras se giró para mirar al guardia.

- No necesitáis una escolta cuando estáis conmigo - habló el Targaryen.

- La Princesa Rhaenyra me designó como guardia personal de la princesa Aemma - comenzó a hablar Ser Jon - solo en el caso de que sea destituido por la misma dejaré de ejercer mi labor.

Aquella contestación enfureció a Aemond. No hacía falta que se lo preguntara, era más que obvio que Jon Grover estaba prendado de su esposa, aunque gracias a su padre, el rey, era suya porque si no, el caballero la habría intentado reclamar. Para molestarlo se acercó a Aemma, la cual lo miró de arriba a abajo sin comprender lo que pretendía pero pasó un brazo por su cintura y la arrastró dentro de los aposentos que compartirían como marido y mujer.

- ¿A qué viene todo esto, Aemond? - preguntó furiosa la joven que lo apartó de su lado con fuerza, más de la que él creía que tenía y aunque no lo hubiera movido a penas, en esta ocasión lo hizo perder el equilibrio debido a la sorpresa.

- Está prendado de ti - inquirió señalando la puerta cerrada pues debía de estar al otro lado de esta escuchando todo.

- Ser Jon lleva protegiéndome un año, más de lo que tú podrías decir - recriminó la joven.

- Aemma, ya que mis cartas nunca llegaron a ti, me gustaría disculparme ahora - comenzó a decir Aemond - sé que es demasiado tarde pero siento lo que ocurrió, no debí de hacerlo de aquella manera pero tú mejor que nadie sabías por lo que había pasado, el anhelo de tener un dragón vinculado a mi, las burlas de mi hermano junto con los tuyos. Mi único refugio eras tú y te llevaron lejos de mi alcance - expresó el joven desesperado.

- Aemond - susurró la joven mientras procesaba la reciente disculpa de su esposo y sin poder evitarlo, su cuerpo se acercó al joven y acarició sus mejillas, como si fuera un acto reflejo y por un segundo volvió a tener seis años y su esposo diez y lo consolaba por una de las tantas bromas que le hacían sus hermanos - es cierto que Ageon y mis hermanos no se portaron bien contigo, pero eso no justifica que nos llamaras... - intentó seguir hablando pero sabía que era inútil negar lo obvio. Aunque su apariencia la camuflara, ella lo sabía. Ser Harwin Strong era su padre biológico y así lo sintió cuando era niña. A veces se sentía culpable por quererlo más que a Laenor quién se suponía que era su padre.

- Aemma, te amo, te amo desde que tengo uso de razón, eras la única que intentaba ser mi amiga incluso cuando era el más aburrido - habló el joven abrazándola.

- Aemond, para mí nunca fuiste aburrido, me encantaba pasar tiempo contigo. No sé exactamente cuando pero lo que sé es que me enamoré de ti y en estos largos nueve años he intentado hasta la saciedad odiarte por lo que hiciste, pero lo que más odié, fue no poder odiarte - expresó la princesa con lágrimas en sus ojos pues era la primera vez en muchos años que abría su corazón de par en par y dejaba libres sus verdaderos sentimientos.

- Aemma - susurró Aemond tomándola y besándola, ahora con necesidad siendo totalmente diferente al beso de la boda puesto que aquel solo había sido un incómodo roce de labios.

Dragon's  Blood [Aemond Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora