Capítulo 1

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Aemma Velaryon era la única hija de Princesa Rhaenyra siendo su hermano mayor Jacaerys y el menor Lucerys. Con su hermano mellizo era uña y carne, han sido inseparables desde la cuna. Sus huevos eclosionaron a la vez lo que los unió aún más. Con Lucerys era diferente, era su niño bonito y desde que lo vio en la cuna con apenas un año su lado protector se activó, llegando el punto de poner celoso a su hermano pues estaba acostumbrado a que la atención de su hermana se centrara solo en él.

- Jace, Aemma - los llamó su madre con un Lucerys de dos años tomado.

- ¿Si madre? - cuestionó el mayor de ambos con la mayor propiedad que podía tener un niño de tres años.

- Vuestro abuelo ha sugerido que empecéis a jugar con vuestros tíos - comentó con desgana la princesa.

- No quiero - se negó de inmediato Jacaerys.

- ¿Por qué? - interrogó Rhaenyra.

- Aegon es malo, Aemond aburrido y Helaena no nos hace caso - respondió el pequeño.

- Eso no es verdad Jace - recriminó la de cabellos platinados mirando a su hermano - Aemond no es aburrido.

- Será contigo - contraatacó el niño cruzándose de brazos.

- Iremos a jugar con ellos - sentenció la pequeña sabiendo que convencería al final a su hermano de ir.

Esa misma tarde una sirvienta los llevó al salón de juegos de los hijos del rey. Al entrar pudieron observar a los cuatro hijos de la reina Alicent Hightower con el rey. El mayor de todos, Aegon de diez años seguido de su hermana Helaena de ocho, Aemond de siete años y el pequeño Daeron que compartía edad con los mellizos.

Todos los niños se miraron entre ellos sin saber muy bien como actuar pero el silencio fue roto por la voz del mayor.

- ¿Por qué nuestros sobrinos son totalmente diferentes? - interrogó con sorna el hijo mayor del rey.

- Aegon - intentó regañar Aemond a su hermano por la impertinencia.

- Tío, mi hermano y yo somos mellizos, no gemelos - aclaró la pequeña tranquila pues aún en su inocencia, no captaba la maldad del comentario. Aegon ahogó una risa y salió de la sala en busca de algo más entretenido.

- Lo siento por el comentario de mi hermano, no le hagas caso - habló el niño de siete años acercándose a la hija de Rhaenyra.

- No te preocupes tío, no es la primera vez que lo escucho - respondió con una tierna sonrisa - ¿A qué podríamos jugar? - cuestionó ahora intentando cambiar de tema.

Como era de esperar, Jacaerys Velaryon no fue capaz de conectar con sus tíos pero para Aemma fue diferente. Aemond cayó bajo los encantos de la princesa casi de inmediato a pesar de su corta edad.

A partir de entonces el pequeño príncipe intentó pasar el máximo de tiempo posible con su sobrina.

- Repite conmigo Aemma - indicó Aemond con el libro de Alto Valyrio en sus manos - lykiri, dohaeras, soves.

- Lyriki, dohaeras, soves - repitió la niña con una pronunciación casi perfecta.

- Eres increíble, en tan solo un día ya sabes decir las órdenes básicas para Redfyre - alagó el platinado.

- Ha sido gracias a ti Aemond, sin tu ayuda habría sido más difícil - sonrió tomando las manos de su tío a lo que él se puso nervioso pues no estaba acostumbrado a las muestras de afecto.

- En cuanto Redfyre pueda llevar a dos personas volarás con nosotras - dijo animada la más pequeña a lo que el niño asintió con una sonrisa. No le gustaba el hecho de ser el único sin un dragón pero la ternura de su sobrina le impedía molestarse en ese momento.

Pasaron los años y llegó el sexto día del nombre de los mellizos de la princesa Rhaenyra. Como era normal, el rey Viserys organizó un gran banquete en honor a sus nietos mayores.

- Hoy estamos aquí reunidos para celebrar el día del nombre de mis nietos, Jace y Aemma. Es un placer poder verlos crecer tan hermosos y sanos. Lo único que puedo desearles es que todo les vaya igual de bien como hasta ahora y que nuestra familia se mantenga unida - habló Viserys levantando su copa en señal de brindis mirando a los dos niños que levantaron también las suyas, las cuales en vez de vino tenían zumo.

La música no tardó en comenzar a sonar dando comienzo a los bailes de lores y damas. Todos se divertían pero Aemma necesitaba un poco de aire fresco por los que salió del salón en dirección a su rincón favorito de la fortaleza roja, el patio dónde se encontraba el arciano. Se sentó en sus raíces observando el cielo nocturno adornado de estrellas.

- Aemma - llamó una voz.

- Aemond - respondió esta con una sonrisa - ven aquí - indicó palmeando el suelo a su lado.

- ¿Qué haces aquí? - interrogó el niño curioso mientras tomaba asiento a su lado.

- Este lugar me hace sentir paz, ¿a ti no? - habló la niña observando de nuevo el cielo.

- Contigo si - contestó mirándola embobado. El niño ya comenzaba a notar su creciente belleza - quería darte esto por tu onomástico, espero que te guste - dijo ahora sacando una caja de su bolsillo llamando la atención de su sobrina que la tomó con entusiasmo. Abrió la caja de madera para encontrar en su interior un collar dorado con un pequeño rubí colgando.

- Aemond - susurró emocionada - es precioso, muchísimas gracias - agradeció acercando sus labios a la mejilla del mayor depositando un beso en esta provocando un leve sonrojo en el niño de diez años.

- Me alegro de que te haya gustado, ¿Quieres que te lo ponga? - preguntó nervioso Aemond recibiendo un asentimiento de la niña que se giró dándole la espalda para que le abrochara el collar.

- Te quiero mucho Aemond - habló Aemma mirando a su tío y abrazarlo a lo que él correspondió el gesto notando que la princesa estaba congelada.

- Deberíamos de volver adentro, hace frío - indicó levantándose y tendiendo su mano de manera caballerosa para que la niña lo tomara.

De regreso al salón la pequeña Aemma no pudo evitarlo y lo tomó de su brazo para que se agachara a su altura y sin previo aviso depositó sus labios sobre los del joven Aemond que no esperaba aquel beso pero aún sorprendido no se apartó pues en realidad estaba enamorado de la princesa Aemma. Fue un leve contacto entre sus labios, sin movimiento alguno, cargado de inocencia.

Dragon's  Blood [Aemond Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora