Madrugadas tristes.

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Ya no hay espacio en mi calendario

para otra madrugada triste;

recuerdo la madrugada en

la que escuche a mi

mamá llorar al darse

cuenta de que papá 

no regresaría, 

que afuera llovía cada 

vez más fuerte y su 

llanto parecía no querer acabar. 

La madrugada en la que 

escuche a mi mejor amiga

hablarme del amor de su vida, 

decirme que lo amaba, 

que jamás lo olvidaría, 

y poco tiempo después 

llegaron sus lágrimas al 

darse cuenta de que él no la quería.

Aquella madrugada cuando 

escuche y pude ver a 

mi abuela con vida por 

última vez, 

cuando entre risas 

mientras dormía murmuró 

el nombre del amor de su vida. 

Recuerdo también

la madrugada infeliz

del amor de mi vida,

en la que lloraba mientras

me confesaba que 

odiaba su vida, 

que ya no sabía qué hacer, 

que no podía seguir. 

Y esta es otra madrugada

desvelada mientras 

espero una señal, 

no sé si para dejar de llorar, 

o para acabar con todas 

estas mentiras que 

poco a poco están destruyendo mi vida.   

Tic tac.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora