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Estoy atrapada en cuatro paredes;

todo esta oscuro,

en silencio.

Siento sus besos

en mi cuello

y trato de imaginarte aquí,

trato de creer

que soy feliz.

Son las dos quince

de la madrugada,

todos duermen,

excepto nosotros:

él que hace magia en mi cuerpo,

y yo que finjo

que lo quiero.

Son las dos quince

de la madrugada

y gimo en la cama,

muy bajito,

casi como un murmullo.

Son las dos quince

de la madrugada

y lloro contra la almohada,

él no entiende nada.

Pero tú que estás al

otro lado de la ciudad

sé que entenderías

que lloro porque

echo de menos mi felicidad.





Tic tac.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora