Tic tac.

Veinticuatro.

Si me dicen que

al mundo le quedan

veinticuatro horas de vida

juro que te llamo

y te invito a ser

felices antes de que

ya no haya vida.

Voy a tu casa y te invito a probarme,

te invito a que seas parte

de mis sueños más maravillosos.

Si el mundo se acaba

quiero que terminemos

bajo las sábanas de un viejo

hotel en París, sudados,

con la respiración agitada,

nuestras piernas enlazadas,

y el cuarto con olor a nosotros,

nuestro amor.

Si ya no amaneceré junto a ti,

si ya no despertamos más

juro que en el momento

que entremos al sueño eterno

solo estaremos nosotros,

sin nadie de por medio,

te juro lo que quieras.

Mío, 

sí. 

Amo tanto la forma

en qué me dices que eres mío,

tus suspiros en mi boca

mientras mis manos navegan

por tu cuerpo,

mientras me deleito con tu olor adictivo,

con tu sabor a cigarrillos.