Tic tac.

Roma.

B le envía cartas a J,

pero él solo las rompe,

sin siquiera leerlas, 

sin sacarlas del sobre.

Y B tan entusiasmada, 

y ella que piensa que él igual la ama,

y J tan imbécil, 

y él que piensa que puede tener a todos a sus pies.

"Y entonces me doy cuenta de que 

mi amor por ti es grande,

que si, que es mucho más fuerte

del que yo imagine, 

no puedo dejar de pensar en ti, 

dejar de anhelarte, te quiero, sí. 

Y me importa muy poco que la gente me mire raro, 

me importa muy poco que todo esto 

vaya a acabar algún día, porque tú, 

eres mi roma al revés, eres mi rey, 

mi amuleto de la suerte, mi paz, mi vida, mi felicidad,

eres todo eso que amo, todo eso que jamás dejaré.

Y sí, yo sé que hay muchos hombres mejores que tú,

pero mi amor, nadie podría ser como tú,

nadie me haría sentir como lo haces tú,

quiéreme, porque soy tuya, quiéreme, porque lo necesito."

Es la carta número veinte que escribe, 

y que al igual que las demás jamás serán leídas, 

y es la última noche en la que ella escribiría para él, 

O siquiera para alguien más, porque dentro de ella,

algo ha dejado de funcionar.

Y no sabe que es, quizá es que el amor

ya no está en ella,

escribe y escribe supuestos 

versos de amor que al final,

y solo al final, cuando los relee,

terminan siendo palabras llenas de dolor.

Que acaban con su amor

e incluso con su vida también.