Tic tac.

Jackson.

Jackson tiene 22 años y no le teme a la muerte, está dispuesto a todo para conseguir dinero, y quizá alguna puta bonita de aquel bar. Sonríe mientras recuerda su gran récord, 11 bancos robados en menos de un mes y ningún policía cerca de él, vaya, quien iba a pensar que él, que es hijo de una mujer que se ganaba la vida vendiendo periódicos en la calle, y de un hombre al que jamás conoció, pudiera tener todo aquello. Un carro, sí. Un bonito Ferrari rojo, un departamento en la zona más prestigiosa de Nueva York, una novia guapísima, una ex-colegiala a la que el mismo le enseño a hacer el amor. Y su mejor amigo, ese que ahora mismo toca la puerta desesperadamente. Jackson a pasos rápidos va hasta ella, y ahí está él, con el rostro pálido, y una bonita arma en una de sus manos. Y antes de que ambos pudieran decir algo, un ruido fuerte resonó detrás de ellos, ¡Bang! Y ahora otro mucho más cerca ¡Bang! Jackson voltea, y cuando lo hace siente cómo todo termina, siente como se vuelve nada, ¡Bang! ¡Bang! Dos disparos que van directo a su pecho, a su corazón, dejándolo tendido sobre los pies de su mejor amigo, que un minuto después cae también.