—¿Ducharnos juntos? —pregunté confundido—
—Si quieres.. —se encogió de hombros avergonzado y reí entrando a su habitación junto con el.—
—No Conrad, creo que las duchas son personales por ahora. —conteste intentando ser amable y aquel asintió—
—Lo lamento..—sonreí dándole un beso—
—No te disculpes, no hiciste nada malo. —deje un beso en su mejilla— quizás en otra ocasión ¿esta bien? —este asintió y entro al baño—
Música se comenzó a reproducir dentro del baño para luego oír como el agua chocaba con el azulejo de la ducha. Su habitación era bella, mantenía luces Led de colores neón por el borde del techo, su cama estaba pegada a la pared, y una televisión a los pies de esta, una gran televisión con más cosas, mantenía varias flores artificiales en ciertas esquinas, sobre todo en su sillón junto a la ventana. Una estantería donde pude ver los títulos del libro que compartíamos en común, Sin más lo tome y me senté sobre la toalla en ese sofá sumamente cómodo. El libro estaba subrayado en varias partes, en muchas citas del libro, subrayado con colores y separadores, siempre tan propio de alegría.
Que dulce.. me encanta.—¿Que haces? —preguntó envuelto en una bata con su cabello húmedo, de forma ordenada.—
—Observaba tu habitación. Me gustan las citas remarcadas en tu libro niño —sonreí dejando un beso en sus labios para luego entrar a su baño y tomar una ducha rápida— Ya estoy listo —avise ya vestido y duchado mirando a Conrad quien estaba sentado en la ventana mirando el patio— ¿que ves conejito? —pregunté y este sonrió—
—La ciudad, amo las luces de New York..
—las luces son maravillosas Conrad, concuerdo con tu opinión.—susurre abrazándolo y este sonrió—
—Te quiero Azora —el se empeñaba en decirme eso, se empezaba en dejarme claro cuanto me quiere, y yo no estaba acostumbrado a eso. Su cabello seguía húmedo pero medio seco con aquellos rizos que me encantaban, se mantenía mirando la ciudad, esta vez no parecía esperar una respuesta de mi parte, sin embargo necesitaba que también empezará a estar al tanto de lo importante que es para mí—
—También te quiero Conrad Miller. —sonreí tomándolo entre mis brazos, dejando un beso fugaz. Sus ojos brillaban como luceros, su corazón latía rápido mientras me miraba a los ojos, y fue ahí donde comenzaba a comprender todo lo que estaba pasando.
Yo me estaba enamorando de Conrad.
Guiamos los besos dulces hasta su cama, su cuerpo hizo peso y caímos en su colchón, fino, con sabanas de seda. Su corazón latía con fuerza, nuestros ojos se encontraban en cada respiro de cada beso, sus ojos no podían brillar más, los míos eran delatadores en cuanto a mis sentimientos.
—Conrad.. —murmure haciendo que me mirara con curiosidad, manteniendo aquel carmín en sus mejillas— tu.... esto.. me gusta demasiado —solté y el sonrió vagamente acariciando mi rostro, poniendo un mechón de pelo tras mi oreja— tu me gustas demasiado Conrad Miller...
—Te estabas tardando Azora —ironizó sacándome una sonrisa—
—No quiero bajar, ahora que se la cercanía que podemos poseer, no me gusta tenerte lejos niño..
—Entonces no te alejes de mi ahora.. —propuso abrazándome con fuerza y yo a él—
—¿Por qué esto se siente así?.. por que esto es tan mágico.. por que es tan extraño.. —pregunté lleno de dudas los más aferrado posible a su cuerpo— tengo tantas emociones dentro Conrad que no tengo idea de como expresarlas.. tu provocas tanto en mi.. no quiero esperar ni un solo minuto más para que seas mío...
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Metanoia.
RomanceUna historia complicada de la vida entre Azora Homelund, un chico peculiar en un proceso de transformación respecto a su visión contra el romance, aquel chico dulce, cálido y tierno, Conrad Miller cambiará por completo la vida de él.