Vamos a morir.

Mí respiración se había vuelto irregular, los latidos de mí corazón estaban acelerados, mí vista se volvió nublada por las lágrimas que estaba conteniendo en ese momento. Al principio pensé que todo había sido una mentira, un juego para asustarnos, pero cuando Marc señaló hacía una dirección exacta pude ver el cuerpo sin vida de Megan.

Una flecha atravesaba su cabeza y un charco de sangre reposaban a su alrededor.

-No sabemos cómo paso, pero cuando la vimos nos escondimos de inmediato. No pudimos ayudarla, la persona que lo hizo no nos vio -Marc se veía muy preocupado, jamás lo había visto así de serio. Sus manos se movían tan rápido que era difícil entenderlo-. Andrew estaba a su lado en el mismo estado que ahora, tuvimos que arrastrarlo hasta aquí.

-¿Los demás se encuentran bien?

-Si, debemos salir de aquí cuanto antes.

-Tenemos que volver al campamento.

-¿Y si sabe que estamos allí?

Derek negó.

-Lo dudo, si hubiera sido así la persona que le hizo esto a Megan nos hubiese atacado ahí mismo.

-Es nuestra única opción, la Jepp se encuentra muy lejos de aquí -Dije repasando nuestras posibles opciones.

Marc y Adeline compartieron una mirada, nos hicieron entender que tomarían a Andrew e irían al campamento. Nosotros debíamos ir primeros. Repase el área con la mirada, la cual se encontraba totalmente desolada, no parecía haber nadie.

El pelinegro, que aún sostenía mí mano, me guió con sumo cuidado. Percibí cómo los demás nos seguían. El camino de vuelta se había hecho desesperadamente largo. Sentía cómo el corazón me latía con fuerza y las gotas frías de sudor bajaban por mi frente. Antes de poder llegar nos detuvimos abruptamente, desconcertada, volví la vista al frente y vi que Derek miraba un punto fijo, al seguirle diferencié una silueta masculina, vestida totalmente de negro. Parecía buscar algo.

Derek volteo y le dio la señal a Adeline, la repase rápidamente, su cabello rojizo le caía a los lados totalmente desaliñado, sus ojos se encontraban hinchados por haber llorado anteriormente y su semblante estaba serio. Andrew, en cambio, se veía totalmente perdido en sus pensamientos, en sus ojos había una mezcla de tristeza y confusión sin haber asimilado del todo la situación. Marc se encontraba completamente serio al igual que Derek, los dos estaban completamente tensos.

-¿Qué haremos?

-Debemos salir de aquí, tendremos que subir a las montañas.

Con cada paso las piernas me flaqueaban, sentía la peligrosa adrenalina y la determinación de querer vivir correr por mis venas. Cada vez que miraba hacia atrás, veia al asesino persiguiendonos como un animal hambriento de sangre, pero aún así me aferraba a la esperanza.

Necesitábamos llegar, el camino cada vez era más largo.

La naturaleza se entrelazaba con el aire fresco y puro. Los pocos rayos de sol del atardecer se filtraban entre las copas verdes, creando un juego de luces y sombras que danzaban en el suelo cubierto de hojas caídas. El aroma a tierra húmeda y musgo impregnaban el aire.

A medida que ascendíamos por los senderos sinuosos, el clima iba cambiando. La brisa fresca se intensificaba, acariciandome suavemente el rostro y refrescandome el cuerpo cansado por la caminata. La niebla comenzaba a deslizarse entre los árboles, creando un ambiente misterioso. El silencio abrumador hizo que un escalofrío me recorriera la columna vertebral.

Si no estuvieramos en esta situación, todo sería mucho más lindo.

Cuando llegamos a nuestro destino ya había anochecido, mis piernas dolían. Nos la habíamos pasado en silencio todo el camino, ninguno podía asumir que Megan ya no estaría con nosotros.

-Debemos prender una fogata, tengo mucho frío -La voz de Adeline nos saco de nuestros pensamientos.

-No tenemos con qué hacerlo.

-¿Desde cuándo necesitamos un encendedor para prender una fogata?

-Desde que Megan se lastimó -Recordo Andrew. Sorprendidos nos volvimos hacia él. La tristeza en su rostro era evidente.

-Es verdad, desde eso y desde que Derek comenzó a fumar.

El nombrado apareció detrás de nosotros con algunas ramas que servían de leña entre sus brazos, sin habernos dado cuenta había desaparecido por unos minutos.

-Aqui tenemos demás -Dejo las pequeñas ramas sobre el suelo, me acerque para acomodarlas correctamente-. Traje mí encendedor también, se nos hará más fácil prender el fuego por ahora...

Por primera vez, agradecí que Derek fumara.

-¿Por ahora? -Pregunte extrañada.

-Derek se refiere a que no sabemos cuándo saldremos de aquí, Ann -Marc hablo por primera vez.

-¡¿Quedarnos?! ¡¿Con ese monstruo merodeando por ahí?! -La pelirroja se levantó del suelo rápidamente alterada, lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas.

-Tranquila, saldremos de esta -Dije acercándome, la abrace y ella se aferró a mí.

-No quiero morir, Anny.

-No lo harás, no dejaré que eso pase. Nos cuidaremos entre todos, ¿no es así? -Pase mí vista a los tres hombres que estaban intentando prender el fuego, ellos compartieron una mirada que no entendí y asintieron con la cabeza-. ¿Lo ves? No hay de que preocuparse.

-Megan a muerto, Ann. No podemos hacer como si nada hubiera pasado.

-Lo se, pero nos permitiremos asumir su muerte cuando estemos a salvo.

-¿Por qué?

-Porque lo primero que tenemos que hacer es ponernos a salvo, se que nuestra amiga no querría que algo nos pasará y nos entendería.

-Tienes razón, lo siento -Adeline se alejo y se fue a sentar al lado de la pequeña fogata.

-Creo que has sido un poco dura, preciosa -La voz de Marc hizo que volteara a verlo.

-¿Tú crees?

-Pues... si, pero supongo que es necesario en momentos asi.

-Creo que debería disculparme.

-No, Ann -Derek apareció junto a nosotros-. Está bien, es lo que ella necesitaba.

-¿Estás seguro?

-Si, Adeline a veces necesita un golpe a la realidad para que su ansiedad no la consuma por completo. Lo has hecho bien.

-Ire a ver a Andrew, él es el que peor se encuentra -Marc se alejo de nosotros para acercarse al pelirrojo.

Andrew se encontraba sentado en el suelo mirando un punto fijo, seguramente consumido por la culpa, la tristeza y el enojo. Su cabello rojizo se encontraba desaliñado lo que me hizo hacer una mueca ya que él siempre lo llevaba perfectamente peinado. Sus ojos, aún debajo de esas gafas torcidas, hacían notar su tristeza. Su pálida piel resaltaba bajo la poca luz de la luna y la fogata. Le entendía. Le habían arrebatado una gran parte de su vida y estaba segura que de su corazón también, Megan había formado parte de su vida mucho antes de que todos nosotros la conociéramos, y desde que lo hacíamos, ellos ya eran pareja.

La rubia y yo también éramos cercanas, vivía conmigo desde que habíamos salido de la preparatoria. Su personalidad era única, siempre dominada por la felicidad y la amabilidad.

La molestia que traía desde que ella había muerto se intensifico aún más, quemaba dolorosamente pero no lo haría notar. Pocas veces había demostrado mis sentimientos, no lo haría en este momento, porque si lo hacía no solo yo me derrumbaria, estaba segura de que todos lo harían.

Jamás me había costado tanto conciliar el sueño como en ese momento, el aire se sentía pesado y el miedo a ser encontrados también. Presentía que al cerrar los ojos él aparecería y acabaría con todos.

El miedo es como una sombra, solo existe cuando le das la espalda a la luz.

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