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Tal y como había dicho el rubio, la lluvia no cesaba en lo más mínimo. No nos habíamos dirigido la palabra en lo poco que nos quedaba de camino hacia la Jeep, hasta que el mismo interrumpió el silencio:

-Al parecer, es más sigiloso de lo que creímos. ¿Cómo es posible que no lo hayas escuchado llegar, Anya? -Inquirio.

Me volví hacia él con el ceño fruncido, extrañada.

-¿Qué tratas de decir? -Ataque molesta por el tono que el chico había utilizado.

Él iba a contestar pero rápidamente Derek lo calló fulminandolo con la mirada.

-Entiendo que estemos todos alterados, pero no saquemos conclusiones sin sentido, ¿de acuerdo?

Nos quedamos en silencio por un momento hasta que todo pasó muy rápido.

Una flecha pasó a toda velocidad junto al pelinegro, haciendo que esté se encogiera y que nosotros lo imitaramos de inmediato. La adrenalina se apoderó de nosotros mientras nos agazapábamos para protegernos.

-¡¿Qué carajos?!

-Él está aquí, debemos escapar -Musite negando con la cabeza.

Los dos chicos se miraron entre si y maldicieron por lo bajo.

-Contare hasta tres y empezaremos a correr -Les dirigí una mirada esperando su aprobación, después de que lo pensarán unos segundos asentieron con la cabeza-. Uno... dos... ¡Tres!

En ese instante, comenzamos a correr con todas nuestras fuerzas, sintiendo cómo algunas flechas pasaban cerca de nosotros. De repente, un dolor punzante recorrió mi brazo, haciéndome soltar un quejido de dolor, pero seguí corriendo con determinación. A lo lejos vislumbraba la Jeep, pero antes de poder avanzar, una figura esbelta vestida de negro se interpuso en nuestro camino, obligándonos a detenernos bruscamente.

Los tres nos quedamos paralizados en nuestros sitios, teniendo de frente al hombre que nos había estado persiguiendo y atormentando durante días. Él se erguía delante de nosotros, sosteniendo una ballesta entre sus manos y luciendo una sonrisa sádica en sus labios.

Marc me colocó detrás de él para protegerme, cubriéndome con su cuerpo. Mientras tanto, el pelinegro se acercaba al hombre extendiendo un brazo hacia él. La tensión en el aire era palpable, y el silencio se hizo aún más pesado.

-Baja eso, por favor -Lo único que el chico recibió de respuesta fue una cabeza inclinada hacia un costado, como la de un cachorro que no entendía lo que le estaban ordenando-. ¿Me entiendes? Bajalo.

-No creo que te entienda, Derek -El rubio intento intervenir pero el hombre reacomodo el arma, apuntándole.

-Quedate dónde estás o te vuelo la cabeza.

-No es necesario que ocupes violencia, ¿qué es lo que quieres?

El desconocido soltó una carcajada ronca y señaló en mí dirección.

-La quiero a ella, pero creo que tú ya lo sabes, ¿no? -Mi mirada se poso sobre el chico que me mantenía oculta-. ¿Me la darás?

-¿Qué...?

En cuanto parpadeé, Derek se encontraba colgado de aquel hombre intentando agarrar la ballesta. Abrí los ojos sorprendida y horrorizada al mismo tiempo.

Mientras nos acercábamos para defender a nuestro amigo, el desconocido lo lanzó hacia un lado.

Derek cayó al suelo acompañado de un ruido sordo. Se levantó entre quejidos, pero era demasiado tarde; él ya lo estaba apuntando con la ballesta. Mi amigo retrocedió a pasos torpes.

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