11

2 0 0
                                    

Mientras caminabamos, levanté la vista hacia el cielo y noté cómo las nubes grises se arremolinaban amenazadoramente sobre nuestras cabezas. El viento soplaba con fuerza, agitando las ramas de los árboles y llevando consigo un aroma fresco a tierra mojada. La humedad en el aire se hacía cada vez más palpable, envolviéndome en una sensación pegajosa y pesada. Observé a lo lejos a un grupo de pájaros revoloteando inquietos, en preparación para la tormenta que se aproximaba.

-Deberiamos quedarnos aquí -Me volví hacia el pelinegro, quien miraba el cielo con agotamiento -. Habrá una tormenta pronto, tenemos que refugiarnos.

-Eso ralentizará nuestra caminata, no queda mucho por llegar.

-Yo... estoy agotada, descansar un poco no nos hará daño. -Opino la pelirroja.

-El tiempo es oro en estos momentos, no podemos perderlo.

Los tres me dirigieron la mirada, esperando una respuesta.

-Creo que Marc tiene razón, pero... Derek igual, la lluvia podría dificultar nuestro camino y ponernos en riesgo no es una opción. Podriamos quedarnos hasta que la lluvia cese.

-¡Van pasar días hasta que está lluvia paré!

-En ese caso, descansaremos unos minutos y seguiremos el camino, ¿okey?

Los tres asintieron con la cabeza, dando por terminada la discusión. La noche cayó rápidamente, por lo que decidimos quedarnos en ese lugar.

-Anya, ¿me acompañas al baño? -La pelirroja se encontraba detrás de mi, esperando una respuesta.

-Claro, Addy -Le sonreí y comenzamos a caminar en busca de un lugar que nos sirviera de baño.

El camino que seguíamos se abría en dos direcciones. Adeline optó por adelantarse por el camino de la derecha, con determinación en su paso. Mientras tanto, yo me quedé en el punto medio donde se dividían, sintiendo la única luz que recibíamos provenir de la Luna, que se colaba entre las ramas y hojas de los enormes árboles.

El frío aire de la noche rozaba mi piel haciéndola erizarse. Un escalofrío recorrió mi espalda, y me estrujé los dedos con distracción mientras contemplaba la oscuridad del sendero que teníamos por delante. La quietud del bosque añadía una sensación de misterio a nuestro entorno, y el sonido lejano de una lechuza me hizo estremecer ligeramente.

Esperé tranquilamente a que la pelirroja volviera. Distraídamente, miré mis pies y note que el ardor aún persistía como un recuerdo punzante de lo que había sucedido. Unas ramas crujieron bajo los pies de la chica, indicando que se estaba acercando.

-Oye, Addy... quería disculparme por haberte tratado mal la noche de la muerte de Megan. En ningún momento fue mi intención hacerte daño. Estaba muy alterada y... aunque no quisiera admitirlo, también me encontraba un poco asustada- Le dije con intención de transmitirle la honestidad de mis palabras.

Ella no contestó, así que cuando finalmente levanté la vista del suelo, divisé una figura parada en el mismo camino por donde a chica se había alejado. La poca luz de la Luna lo iluminaba lo suficiente para darme cuenta de que no era ella.

La figura se encontraba inmóvil, su altura era intimidante y su rostro estaba cubierto por la capucha de la sudadera que llevaba. Un escalofrío recorrió mi espalda, nuevamente, al darme cuenta de que algo no estaba bien.

Abrí los ojos con sorpresa, intenté moverme pero mis piernas no respondían. El miedo se apoderó de todo mi cuerpo, dejándome inmóvil por unos minutos. El hombre aún me observaba atentamente y cuando comenzó a avanzar lentamente, sentí cómo mi corazón latía desenfrenadamente. Una sensación de peligro se apoderó de mí mientras buscaba desesperadamente una salida o ayuda.

-¿Ad... Adeline? -Pregunte inútilmente.

-¿Adeline? -Repitio el encapuchado con desdén inclinando la cabeza hacia un lado.

-¿Qué... qué le has hecho? -Intente observar inútilmente detrás de él, pero no alcance a ver a la chica-. ¡Adeline! -Grite retrocediendo.

-Ella está muerta, Anya...

-¿Qué...? ¿Cómo sabés mí nombre?

Al retroceder unos cuantos pasos, detrás de él, divisé el cuerpo desplomado sobre el suelo de la pelirroja. Un líquido oscuro abundante envolvía su cuerpo y el suelo.

-¡No! ¡Adeline! -Grite con fuerzas, retrocediendo aún más pasos- ¡Adeline! ¡Despierta, carajo! ¡Adeline!

-Sie ist tot... nicht schreien.

Esa voz... ¿De dónde la conocía?

-¿Wer bist du? ¿Was wünschen Sie sich von uns?

-¿No me recuerdas? Prometí que vendría a buscarte, Anya.

-No entiendo de que hablas, no te recuerdo.

-Das wirst du kahl, Liebling.

El hombre empezó acercarse nuevamente, mientras el miedo me paralizaba, logré reunir la fuerza suficiente para moverme. Recordé rápidamente el camino de vuelta y, con todas mis fuerzas, comencé a correr en esa dirección. El sonido de las pisadas tranquilas del encapuchado resonaban detrás de mí, pero no me detuve.

Finalmente, llegué donde se encontraban Marc y Derek. Los encontré horrorizados al verme, pero rápidamente les expliqué la situación.

-Carajo, Anya. ¿Tú cómo te encuentras?

-Estoy bien, no me ha hecho nada.

-¡Maldito! -Grito Marc pateando el tronco de un árbol cercano.

-Anya, ¿y él? ¿Dónde está?

-Lo perdí en el camino, en un principio escuché como me seguía pero luego ya no.

Sin perder tiempo, entre sollozos y desesperación, logramos trazar un nuevo plan para escapar.

-Nos encontramos cerca de la Jeep, pero debemos mantener el primer plan de seguir un camino diferente.

A pesar del miedo que aún nos embargaba y de quedarnos la noche trazando el nuevo plan, la luz del amanecer empezaba a filtrarse entre los árboles, revelando un paisaje que en un principio pareció hermoso pero que ahora solo representaba peligro, ya que podríamos ser detectados con más facilidad.

The Forest Donde viven las historias. Descúbrelo ahora