Derek:
En medio de la desesperación, sentí el corazón latir con fuerza dentro de mi pecho al ver a Anya en aquella situación tan vulnerable.
Mis manos temblaban ligeramente mientras intentaba mantener la calma para ayudarla. El silencio pesado que nos rodeaba se rompió solo por mis sollozos ahogados y el sonido de mis latidos acelerados.
-¡Anya, por favor, no te vayas! -Supliqué, mi voz sonaba quebrada por el miedo.
Coloqué mi oreja en su pecho y, con alivio, escuché el débil latido de su corazón. Todavía estaba conmigo pero no sabía por cuánto.
La levanté con cuidado. Su cabello negro caía sobre su rostro pálido, y sus ojos cerrados parecían frágiles. Su piel, usualmente radiante, ahora parecía delicada y fría. Un hilillo de sangre manchaba sus labios.
Mi mirada recorrió su cuerpo apresuradamente, buscando heridas. Su blusa estaba desgarrada y manchada de sangre en el pecho. Mi corazón se desgarraba al verla así.
La acuné contra mí, sosteniendo su cabeza en mi hombro. Su respiración débil y entrecortada me llenaba de desesperación.
Miré mi alrededor, desesperado por encontrar ayuda. La salida, y a la vez el comienzo del bosque para los que llegaban, no se encontraban muy lejos.
La levanté con cuidado, mi cuerpo temblaba bajo su peso. Corrí con dificultad, mis pasos eran entrecortados por el pánico y por los dolores que seguían presente. No tan lejos, logré divisar las luces de los coches patrulla.
Me arrodille aún con la pelinegra en mis brazos, sentía que mis piernas podrían a llegar a romperse si seguía corriendo.
-¡Ayuda! -Grité, agitando mis brazos para llamar la atención de los oficiales.
Ellos al notar mí presencia me apuntaron con sus pistolas, confundidos.
-¡Alto! ¡Manos arriba! -Ordeno uno de ello.
-¡No soy él! ¡Es Anya! ¡Está herida! -Expliqué, desesperado.
Los agentes se acercaron, sus armas aún estaban desenfundadas.
-¡Es Derek! -Exclamó uno-. ¡El compañero de Anya!
Agradecí mentalmente que estuvieran informados sobre quienes éramos.
-¡Anya necesita ayuda!
Los policías se relajaron al ver a Anya en mis brazos. Uno de ellos llamó a emergencias quienes estaban unos metros más atrás, por seguridad, mientras otro me sujetaba.
-Lo siento, chico. Tienes que venir con nosotros. Necesitamos aclarar algunas cosas.
-¡Por favor! ¡Déjenme ir con ella! -Supliqué.
Pero fue demasiado tarde. Me separaron de ella mientras la llevaban a la ambulancia. Mi corazón se desgarraba al verla alejarse.
-¡Anya! -Grité, forcejeando contra las esposas.
La ambulancia se alejó, dejándome sumido en la oscuridad y la desesperación.
Poco después, me encontraba solo, sentado en una silla de metal fría y rígida, sin las esposas que antes limitaban mis movimientos. Aunque estaba liberado de las cadenas, me sentía atrapado. El cuarto era oscuro, austero y desprovisto de ventanas, sin ninguna salida visible. La puerta de metal gruesa y cerrada era la única salida, pero requería el permiso de los oficiales para abrirla.
La luz tenue de una lámpara en el techo iluminaba débilmente el espacio, proyectando sombras en las paredes desnudas. El aire estaba cargado de silencio y expectativa. Mi mente seguía reviviendo los eventos en el bosque, la desesperación y el miedo en los ojos de Anya. Mi corazón aún latía con ansiedad.
El sonido de pasos y voces amortiguadas provenientes del otro lado de la puerta era el único sonido que rompía el silencio. Esperaba ansioso que entraran, que me hicieran preguntas, que pudiera contar mi versión de los hechos. Quería que supieran la verdad sobre Adler y su brutal ataque.
Después de unos minutos, el sonido de la puerta al abrirse y unos tacones resonando indicaron que alguien había entrado. Levanté la mirada y me encontré con una mujer uniformada; sus ojos verdes me observaban fijamente con cautela y cuidado.
-Hola, Derek. ¿Cómo estás? Me llamo Adriana, y estoy aquí para hacerte unas preguntas.
Asentí lentamente a la vez que me levantaba de la silla. Mi mirada se mantuvo fija en los ojos de la mujer, tratando de leer su expresión.
-Estoy... bien, supongo -Respondí con seriedad.
Adriana se acercó, su presencia era tranquilizadora. Su uniforme y su porte autoritario contrastaban con su sonrisa amable y su mirada compasiva. Me extendió su mano y yo la recibí estrechandola con suavidad.
-Por favor -Dijo, gestando hacia la silla vacía detrás de mí.
Tomé asiento y ella repitió mí acción con la silla de adelante, saco un bloc de notas y un bolígrafo de su bolso.
-Derek, necesito que me cuentes lo que pasó en el bosque. Todo lo que recuerdes -Dijo, su voz sonó firme pero gentil.
Me aclaré la garganta, preparándome para revivir los eventos que aún me parecían surrealistas.
-Estábamos en una expedición... Anya, nuestros amigos y yo. Cuando Adler nos atacó... -Comencé, recordándolo todo.
Después de haber contado todo lo que sucedió bajo la atenta mirada de la mujer, ella hizo unas preguntas que también respondí.
-Dime, Derek, ¿tú sabías sobre el accidente en Alemania? -Preguntó con una ceja levantada.
-¿Qué...? Claro que sabía, yo estuve ahí -Respondí, confundido.
-Disculpame, creo que no me has entendido -Aclaró ella-. ¿Tú sabías que quienes murieron esa noche era la familia de Anya?
-No, no lo sabía -Admití, aún más confundido por la pregunta.
La mujer se levantó sin mediar palabra, su expresión era inescrutable. Salió de la habitación con paso firme, dejándome sumido en un mar de preguntas y dudas.
Su silencio fue más elocuente que cualquier palabra. Me quedé sentado, intentando procesar lo que había sucedido.
La puerta se cerró tras Adriana, dejándome con mis pensamientos y la certeza de que la verdad era mucho más compleja de lo que había imaginado.
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The Forest
Mystery / ThrillerUn grupo de amigos excursionistas se adentran a un bosque sin estar preparados para lo que les espera. Alguien los acecha, esperando poder tomar cada cosa de ellos. Un misterio. Un juego macabro. No lo olvides, solo eres su presa...