joongil, joongil, joongil, joongil.
no había día, hora, minuto o segundo en el que hiroshi no pensara en aquel apuesto muchacho de cabellos rubios y ojos café, tan oscuros que parecían robarle el aliento cada que compartían miradas.
una semana había pasado, una semana desde aquella confesión, y justo era el día en el que debía dar la respuesta.
¿por qué no? se preguntaba una y otra vez, en su habitación, mientras se duchaba, al cenar, o al ponerse los calcetines. la idea de por fin tener lo que alguna vez quiso era tentadora, y por lo que sabía, kim joongil no era un mal sujeto, de hecho siempre hablaban de el como alguien increíble y sumamente apuesto.
eso le daba muchos puntos a favor para poder aceptar. además de que en los anteriores días habían hablado más de lo que lo han hecho en todos los años pasados estudiando juntos. joongil era atento, cariñoso, muy bondadoso y sobre todo, era un caballero.
de vez en cuando le regalaba pequeños obsequios cuando estaban a solas, le tomaba de la mano o acariciaba su cabello con dulzura.
lo único que no le agradaba era cuando se acercaba a él, tanto que sus respiraciones se mezclaban, su estómago sufría horribles escalofríos y su cabeza se volvía un desastre. siempre que eso pasaba hiroshi apartaba al chico, ya sea con un golpe o empujándolo.
eran impulsos, después de todo, jamás había besado a alguien, el miedo a arruinarlo todo era latente y él no quería avergonzarse frente al dulce chico que pedía su amor.
algo que le hacía sentir un verdadero criminal era el hecho de que sus amigos no sabían nada al respecto de lo que sucedía. pensó que lo adecuado era esperar hasta que le diera una respuesta a joongil, y dependiendo de cual fuese, finalmente comentarles a ellos la situación.
sin embargo, había cierta duda en su cabeza que nadie podría quitarle aunque quisiera, y es que, notó que joongil solamente se acercaba cuando estaba solo; entendería si se tratase de momentos en los que no estaban sus amigos, pero literalmente debía estar solo para que éste se acercase.
luego estaban esos puntos de encuentros, primero había sido en el almacén del conserje, luego le pidió subir al piso tres y que le esperara en el salón de ciencias (ese día no pudo llegar, y aún recuerda lo enojado que estaba por más que lo negara), luego en un punto ciego del patio luego de clases, y así sucesivamente.
eran lugares tan... solitarios, lugares a los que hiroshi jamás había pensado concurrir (no sin sus amigos), pero lo había hecho, había visitado aquellos sitios solo por aquel apuesto muchacho.
sin embargo, todo acababa cuando el mayor le arrinconaba contra algún mueble o pared e intentaba besarle. sus reacciones eran inmediatas; una patada en la rodilla, una bofetada, un empujón, un cabezazo incluso. todo aquello siempre causaba la molestia de joongil y que se alejara de él tan rápido como se le fuese posible.
se observó en el espejo de su habitación con duda, mirando una y otra vez su uniforme libre de manchas o arrugas. si le gustaba a joongil, seguramente le parecía atractivo, ¿no? porque era imposible que alguien se fijase en alguien si supiera lo horrible que es esa persona. al diablo la moral, la vida real era así, todo se basaba en el interés, y en corea, donde la belleza era lo que más resaltaba, era dudoso e incluso ridículo que aceptaran a alguien "feo" en la sociedad.
¿él era bonito? se miró una y otra vez, hasta llegar al punto en que tuvo que apartar su rostro del espejo porque no aguantaba el reflejo que se le era mostrado.
¿qué había visto joongil en él? ¿qué? nunca se había considerado atractivo, ni siquiera un poco especial, ¿qué era eso que tanto parecía llamar su atención?

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CHANCE | STRAY KIDS
Fanfictionlos conoces desde que son unos pequeños híbridos, no había día en el que no estuvieran juntos planeando alguna travesura. y aunque muchos decían que el tiempo los haría separarse o cambiar ellos se mantuvieron reacios a esa idea.