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hiroshi había decidido ser profesor, quiso serlo desde el momento en que observó en primera plana lo satisfecho que se veía su antiguo profesor, minato, cuando aprendían algo.

por eso ahora era profesor de preescolar, el mismo en el que estudió de infante, valga la redundancia. ese día se cumplía su sexto año trabajando en ese lugar, y no podía evitar sentirse bien consigo mismo.

el trabajo de alguna forma le ayudaba a sobrellevar el no tener alguna pareja o amante, siempre llevaba a casa aquellos lindos dibujos que le daban sus estudiantes y en cuanto se encerraba en su estudio se enfocaba en crear clases divertidas e interactivas para que pudieran participar.

sólo había un estudiante que parecía nunca disfrutar de lo que realizaban, y ese era soobin, un pequeño híbrido de conejo. era simplemente adorable, pero muchas veces le podía ver en su escritorio, sólo, distraído en su mundo.

muchas veces había tratado de acercarse a él, indagar en su comportamiento, pero el niño era tan tímido que sólo respondía con monosílabos.

suspiro con angustia ante sus propios pensamientos, obligándose a ignorarlos cuando escuchó que tocaban la puerta de su salón.

las clases habían terminado hace unos cuantos minutos, los pasillos debían estar solos a excepción de algunos docentes, sin embargo, alguien estaba afuera. no podía ser un maestro, ya que hubiera pasado al instante después de tocar.

— adelante.

llevó la mirada hasta la puerta cuando ésta se abrió, y su boca se abrió con ligereza al observar a aquel hombre que entraba.

alto, hombros anchos, brazos firmes, pectorales grandes, robusto, muy robusto, y labios gruesos.

su omega interior se regocijo con furia al captar el delicioso aroma a eucalipto y menta mezclados, ¿era ese su aroma o simplemente su perfume era una delicia?

— buenas tardes, soy el padre de soobin, está en su clase.

— oh, soobin, claro, tome asiento.

claro, alguien tan guapo debía tener ya una familia formada. suspiro cansino, señalando un banco frente a él para que así el contrario tomara asiento.

mientras, guardó los exámenes que había corregido, por su mente pasó el entregarle el examen de soobin por adelantado, pero decidió que sería mejor dejarlo como una sorpresa.

— ¿y bien? ¿de qué necesita hablar? —preguntó, entrelazando sus manos sobre el escritorio.

— verá, mi hijo-...

— ¡hiro-shiiiii!

observó la entrada del salón exaltado, reconociendo aquel apodo y sobre todo aquella voz. ¿qué hacía hyunjin ahí?

— ¿debo esperar o...?

— s-sólo serán unos minutos, no me tardo.

se levantó con torpeza de su asiento, disculpándose con una pequeña reverencia antes de que hyunjin abriera la puerta como pedro por su casa.

— ¡hiroo...! ¿interrumpo algo?

— en realidad, sí... —se acercó, masajeando el puente de su nariz con los dedos pulgar e índice—. ¿qué sucede?

— ¿quién es él? —bufo al notar que el más alto no dejaba de ver por encima al tutor de soobin, agradecía que al menos era discreto y que el hombre no les prestaba atención.

— es el padre de uno de los niños.

— ¿entonces no está disponible? —hizo una mueca de indignación, dejando un golpe en su pecho con fuerza— ¡oye!

CHANCE  |  STRAY KIDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora