— hiro, ¿me pasas la salsa?
no respondió, tan sólo le tendió aquel pequeño bote a minho, quien lo recibió con una sonrisa y un pequeño gracias.
— y dinos hiroshi, ¿alguien que te interese? todos nosotros tenemos pareja, excepto tú.
— ¡jisung!
— ¿qué dije?
negó con una sonrisa, mirando al de mejillas abultadas unos segundos antes de fijar su vista en la comida frente a él.
— no importa. y bueno, no, no me siento atraído por nadie. pero me alegra que ustedes sí pudieran encontrar a alguien.
" aunque fuera entre ustedes mismos... " pensó, mirando la forma en que changbin y minho rozaban tiernamente sus narices, mirando las manos de hyunjin y felix entrelazadas sobre la mesa, mirando las pequeñas miradas que se enviaban chan y jisung desde cada punta de la mesa, mirando los constantes roces entre seungmin y jeongin.
negó con lentitud, realmente estaba feliz por sus amigos. pero no podía evitar sentirse más sólo que nunca.
— ¡hirooo, vamos, vamos!
siguió a minho y changbin fuera del salón, dirigiéndose con rapidez hasta el área de juegos. era consciente de las pequeñas miradas que se enviaban los niños frente a él y eso le tenía un poco confundido.
además de que minho besaba mucho al pequeño binnie, y si bien no lo veía raro, porque hasta él le daba muchos besitos a su amigo; minho lo hacía en su boca.
no era siempre, no, pero de vez en cuando atrapaba a minho chocando sus labios contra los de changbin. era un simple toque, pero despertaba su curiosidad al máximo.
— ¿qué haces ahí? ¡juguemos al escondite!
— ¡yo cuento!
mientras minho contaba él y changbin emprendieron camino hasta el tobogán entre pequeñas risas. subieron las escaleras y con cuidado se adentraron al tobogán, teniendo cuidado de no resbalar por éste y quedar al final. el tobogán era cubierto, por lo que no se podía notar que estaban ahí.
— shh, no hagas ruido.
asintió a las palabras del más robusto, abrazando sus piernas con fuerza y apoyando su mentón sobre las rodillas.
— binnie...
— shhh.
se calló con rapidez, apretando sus manos con fuerza. contó unos segundos, en silencio, hasta que no pudo soportarlo más.
— ¿qué significan los besitos que te da minho?
— ¿eh? ¿qué besitos?
— ya sabes, los que te da, aquí... —señaló sus labios con su dedito índice, observando al mayor hacer una mueva de entendimiento.
— aaah, esos. bueno, el dice que eso pasa entre las personas que se quieren muuuucho, mucho mucho.
asintió satisfecho, convencido con sus palabras hasta que un pensamiento cruzó por su cabeza.
— ¿entonces yo tengo que darte esos besitos?
— no, sólo minho puede dármelos.
— ¿pero por qué? yo te quiero mucho, mucho, mucho.
— no lo sé... minho dice que sólo el puede, así que... —el mayor se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.
— ¡los encontré!
— ¡waah!
del susto, changbin dió un salto en su lugar, golpeándose la cabeza con el techo del tobogán. pronto pequeñas lágrimas se formaron en los pequeños ojitos de su amigo, alarmando no sólo a él, sino también a minho.
— n-no, espera, no llores...
— duele, ¡duele, duele!
hiroshi tuvo que hacerse a un lado cuando minho casi pasó por encima de él para acercarse a changbin. y aún frente a sus ojos, minho tocó los labios de changbin con los suyos.
fue la primera vez que vio aquellos dos pares de ojos mirándose con amor.
— ¡ayúdame! minho pasa dentro de unos minutos por mí y ni siquiera me he bañado.
negó tranquilamente ante la desesperación del mayor, fue hasta el armario y abrió éste, descifrando de inmediato la vestimenta que usaría su amigo en minutos.
— ve a bañarte, ya tengo tu conjunto arreglado.
— ¡gracias, hiro!
hizo un ademán para restarle importancia, sacando todo mientras changbin corría al baño casi que desnudo.
se sentó en el borde de la cama al terminar, sacando su teléfono y entrando a mensajes para verificar que no hubiera algún chat sin revisar.
a sus treinta y dos años, hiroshi aún era soltero. no sólo eso, sino que aún no daba su primer beso... y era virgen. quienes se enteraban de éstos hechos le decían que era un mal augurio; sin embargo, sus amigos más íntimos, aquellos ocho hombres, sabían que la pureza de su amigo no era por mero capricho.
hiroshi contaba con una grandiosa infancia y juventud, recuerda aquellos años con melancolía, con alegría. recuerda los momentos en los que se alegraba por su nota más alta, o cuando se molestaba porque no llegaba a obtener su pizza en los viernes de pizza de la cafetería.
pero también recordaba lo sólo que se sentía en aquellos entonces, lo miserable que se sentía al ver a sus compañeros salir y disfrutar junto a sus parejas mientras que él volvía solo a casa.
nadie (y por más que le eche cabeza no recuerda alguna vez) en todos esos años se había acercado a él con intenciones románticas, nunca. nunca más allá de un simple "tienes una linda sonrisa" o "bonita chaqueta", ¿pero pasar de eso? milagro si sucedía.
cuando era adolescente aquello era algo que le afligía a menudo, el pensar que "nadie le amaba", que era " feo" o un "adefesio" porque nadie jamás se le acercaba. tenía envidia de sus amigos, quienes habían encontrado el amor desde temprana edad mientras que él aún estaba estancado.
¿había algo malo en él? muchas veces lo había pensado.
— ¡hiro, minho llegó!
salió de sus pensamientos para así levantarse y caminar fuera de la habitación, a pasos calmados dirigiéndose hasta la entrada.
al abrir la puerta no esperó que un ramo de petunias estuviera justo frente a su cara, aquello le sacó una sonrisa; minho siempre era tan cursi cuando se trataba de changbin.
— hyung, soy hiro.
— ¿eh? ¿y dónde está binnie?
señaló las escaleras que daban al pasillo de habitaciones una vez que el mayor apartó el ramo, mirándole confundido antes de llevar la vista hacia donde señalaba.
— ah, otra vez se le hizo tarde...
— sip... voy a dejarlos, recordé que tengo trabajo que hacer y no quiero escuchar los gritos de binnie.
recibió un pequeño golpe en su hombro entre risas, apartándose de la puerta para que minho pudiera pasar y luego salir él.
— nos veremos luego, cuídense y suerte.
— adiós hiro, cuidado en el camino.
se despidieron con un abrazo antes de que tomara el camino a casa, ambas manos en los bolsillos y mirada al suelo.
ni siquiera había doblado la esquina cuando lo escuchó."¡minhoooo!"
negó con una sonrisita, finalmente doblando la esquina y saliendo del vecindario.

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CHANCE | STRAY KIDS
Fiksyen Peminatlos conoces desde que son unos pequeños híbridos, no había día en el que no estuvieran juntos planeando alguna travesura. y aunque muchos decían que el tiempo los haría separarse o cambiar ellos se mantuvieron reacios a esa idea.