𝓒. 10

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— Taylor

Me tire a la cama rebotando ligeramente con el suave colchón debajo de mi, estaba cansada, sentía como mis piernas no daban para más después de un largo día de entrenamiento.

Sentí un fuerte dolor de garganta, mi respiración se disminuyó rápidamente, era tanto el dolor que las lágrimas comenzaban a rodar por mis mejillas.

— Carajo... — Maldije en voz baja.

Me levante de la cama y salí de la habitación en busca de Tom, estaba molesta con el pero era el único que me podría ayudar.

— Tom... — Intente gritar pero mi voz era débil y baja.

¿Donde estaba cuando más lo necesitaba?, corrí por cada rincón de la casa en busca de Tom, en cada habitación, baño, habitaciones ocultas pero no se encontraba en ningún lado.

— ¿Pasa algo señorita Taylor? — Pregunto el pelirrojo, empleado más fiel de Tom.

— Busco a... — Quise seguir hablando pero el fuerte dolor de garganta me lo impedía.

— ¿Que busca señorita? — Levanto una ceja en espera de respuesta.

No sabía como decirle que buscaba a Tom, el dolor se hacía cada vez más insoportable, comencé a sentir como mis oídos empezaban a dolor igualmente, jadeaba en busca de aire.

— Espere aquí señorita, iré por el señor Tom. — Dijo con preocupación grabada en su rostro.

Me senté en el frío piso debajo de mi, el dolor me hacia estremecer. Estaba tan débil, mi vista comenzaba a nublarse, frote mis ojos intentando no desmayarme o algo por el estilo.

Sentí unas manos frías y fuertes agarrando mi cintura y levantándome en sus brazos, supuse qué era el de trenzas, reconocía su olor y sus manos enviando escalofríos cada vez que me tocaba.

Mi vista comenzó a dejar de ser nublada poco a poco, efectivamente era el de trenzas llevándome a la habitación, sonreí débilmente ante su cara de seriedad o mejor dicho su intento de tener una imagen fría y amargada.

— Estas muy serio... — Hable débilmente. — No puedo entender tu cambio tan repentino.

— ¿De nuevo con lo mismo Tay? — Suspiro frustrado. — Eres tan ilusa al pensar que me enamore de ti, no jodas.

Sentí como mi corazón se rompía en mil pedazo, reí intentando ocultar mi tristeza. Llego a la habitación y me dejo en la cama, me acurrucó bajo las sábanas y me dio una suave palmada en la espalda.

— Si tuvieras sentimientos, lo apreciarías. — Murmure con voz adormilada.

— Tay, lo siento por mi cambio. — Se inclino para susurrar a mi oído. — Pero solo eres un coño más para mi.

Termino su frase con una risa burlona y salió de la habitación dejándome sola contra mis pensamientos.

Poco a poco cerré mis ojos cayendo en un sueño profundo, el dolor aún no desaparecía pero el sueño lo controlo un poco.

Dormí pocos minutos, desperté nuevamente por el fuerte dolor que no me dejaba dormir en paz, grite de dolor pero eso solo empeoró mi garganta.

El de trenzas entro con preocupación grabada en cada facción de su rostro, se agachó a mi lado y tomo mis manos entre las suyas.

— ¿Que pasa Tay, qué te duele? — Pregunto con un tono desesperado.

— Me duele mucho la garganta... — Dije con una tos — Me siento muy mal Tom.

give meaning to my life  𝒇𝒕. 𝑻𝒐𝒎 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora