CAPÍTULO II "LA REUNIÓN"

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Al despertar, me percaté de que el olor de la habitación había empeorado considerablemente. Me habría quedado tirada en el casi aceptable colchón en el que reposaba, si no fuera por la dichosa reunión, la cual no era obligatoria, pero al ser hija de uno de los fundadores, daría una pésima imagen faltar.

Hacía mucho calor, por lo que dejé el abrigo en la cama y decidí preparar el desayuno. Aunque para mi desgracia, Hugo no había comprado. Bajé a preguntar al hotel si había desayuno, pero no tenían nada, así que fui a comprar algo a un bar en la esquina y volví a la habitación de Hugo, quien se despertó mientras preparaba el café.

-¡Apaga esa máquina de una puñetera vez! -su voz sonaba como si fuera un sonámbulo, pero gritaba de forma exagerada -Espera un momento... -reflexionó rápidamente -¿Quién anda ahí?

-Tranquilo, Hugo. -respondí gritando, pues no iba a parar la cafetera solo para hablar con él -¿Es así como le das los buenos días a la gente? -mi tono de voz subió incluso más -¿O solo eres así con tu hermana?

-¿Victoria...? -pareciese que Hugo aún no sabía si se trataba de mí o de Clara -¿Qué haces aquí?¿Te ha dejado tu novio? -se rió descontroladamente -¡Cierto, nunca has tenido! -continuó burlándose de mí -¿Se puede saber a qué has venido?

-Vine porque todo el mundo se ha enterado de que ayer estuviste todo el día jugando a las carreras mientras bebías. -la cafetera se detuvo y yo me serví el café -El jefe de policía, Buñuelos, está muy enfadado contigo.

-Yo ya soy mayorcito, ¿no crees? -Hugo se levantó de un salto de la cama, muy enfadado, su pelo despeinado y sus legañas acompañaban su mal humor mañanero -Puedo solucionar yo mis propios problemas, entrometida.

-¿Con el dinero de papá y mamá? -llevé mi taza hasta la mesita de noche -Eso no me parece justo. -volví a la cocina a por la tostada, que ya se había calentado -Al fin y al cabo, yo sí tengo que pagar por las consecuencias de mis acciones.

-¿Quieres un premio, princesita? -Hugo se dio cuenta de que en la cama estaba mi abrigo -¡Victoria!¿Por qué está tu abrigo en la cama? -lo tiró al suelo, muy enfadado -¿Has dormido conmigo?¿Has intentado algo, Victoria?

-Enhorabuena, Hugo. -respondí, indignada por tal suposición -No espero nada de ti y aún así logras decepcionarme. -le añadí tomate rallado a mi tostada -¿Quieres venir a la reunión? -le ofrecí amablemente, con algo de morbo -Te puedo llevar el desayuno.

-Prefiero hacer cualquier cosa más productiva, como beber. -Hugo buscó algo debajo de su cama -Así por lo menos ayudo a que la economía fluya. -finalmente, encontró una botella de whisky casi vacía -¡Aquí está el alcohol del bueno!

-No tienes remedio, Hugo. -me senté en la cama y empecé a desayunar lo que había preparado -Me avergüenzas profundamente. -dije con la boca llena -Me es imposible asimilar que compartamos la misma sangre.

-Bueno, vete de una vez. -Hugo se puso a beber de su botella, a la cual le quedaba poco whisky -Soy el único en esta habitación, por tanto nadie aquí te echará de menos una vez que te vayas.

Me fui de la habitación, con el desayuno aún en las manos, cerrando la puerta bruscamente. Me había dejado las llaves de la habitación, pero no me había olvidado de ellas, simplemente no quería volver nunca a aquel lugar. No volvería a ver a mi hermano hasta el fatídico día del accidente aéreo.

Mientras caminaba por la calle, iba masticando la tostada, casi me atraganté un par de veces. Una vez terminé, revisé en mi móvil, y decepcionándome, Clara no había escuchado mi audio. Justamente ella no pasa poco tiempo usando el móvil, a decir verdad.

No es que odiara a Clara, al contrario, la sigo apreciando mucho a día de hoy. Tan solo se trata de su actitud, sabía que era una adolescente de dieciséis años, pero no podía aceptar que me ignorara tan seguidamente tan solo por su amiguita cuyo nombre no recuerdo con exactitud. Por suerte o por desgracia, Clara me llamó ya que quería invitarme a ir con ellas hacia la reunión.

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