CAPÍTULO XIX "NO SOY TÚ, NI QUIERO SERLO"

6 3 0
                                    

Al ya ser medianoche, queríamos dormir cómodamente, pero no teníamos casa. Se me ocurrió mostrarles la casa de Sulimih, pero no sabía muy bien por donde ir. Por primera vez, nos pusimos en la situación de los más desafortunados del pueblo, aquellos que no tienen un hogar. No nos quedo de otra que dormir dentro de la nave, haciendo turnos de vigilancia para asegurarnos de que nadie nos hiciera nada.

-Victoria, ahora me toca dormir. -Hugo me daba golpes leves mientras susurraba -Despierta y déjame hueco.

-Qué pares ya, Hugo. -prácticamente hable alto al despertar, pero todos estaban tan cansados que ni se despertaron -Da igual, yo tengo más hambre que otra cosa.

Bostezando y con la mirada perdida y llorosa, acabé distrayéndome con una abeja que estaba molestando. Al hacer eso, me estaba durmiendo, y cuando caí, activé un botón. La nave se activó y me asusté mucho. Pensé que se reactivaría ese horrible atentado. A diferencia de lo que pasó por mi cabeza, la esfera solo levitó sin causar ruido.

Una voz, dulce y celestial, recién salida de las puertas de San Pedro, lista para ser la estrella de un coro gregoriano. Esa voz me susurraba palabras sueltas, casi como una inteligencia artificial de hace cuarenta años. Discerní los siguientes verbos: "Activar, decidir, configurar". El significado era más que obvio, se trataba de lo que tendría que pensar para darle una forma a la nave, tal y como Luz lo hizo en su momento.

Eso sí, no era tanto una cuestión de pensamiento, sino de impulsos, mejor dicho. A los míseros segundos de entender el mensaje dado, el orbe tomó forma de lo que más deseaba en ese momento. Lo que mi alma más anhelaba en aquel preciso momento, era un refugio reconfortante y acolchado donde poder sentar la cabeza esta noche para mí y mis familiares.

El orbe se sobrecalentó en su capa externa, formando grumos burbujeantes que se acumularon en amorfos tubos. Las pompas de metal explotaron hasta desaparecer, dejando ver relucientemente unas perfectamente simétricas torres, con ventanas, portales, picos, gárgolas, pilares, bóvedas y arcos apuntados. La joya de la corona fue una fuerte muralla que albergaba un jardín con flores, arbustos y árboles variados. Me conmovió intensamente ver que, junto a un lago rellenado por una fuente, se encontraba un árbol calcado al que solía jugar con Miguel hace seis años.

Los pájaros llegaron a reposar sobre él, a cantar sus agudas melodías y a bañarse en esa humilde fuente de piedra con forma de sirena, una sirena algo familiar... algo, Tanned... Girasoles, tulipanes, claveles, margaritas, orquídeas, hortensias, jazmines, amapolas, liras, laureles, olivos, cerezos, melocotoneros, manzanos, naranjos, limoneros y muchas más especies convivían en un mismo lugar, parecía un sueño, uno del que no quería despertar.

Dentro de la habitación, el salón era también uno de chimenea, pero sin cortinas ni nada que tapara el Sol, por lo que en lugar de lámparas, había un tragaluz en el techo. La mesa era mucho más grande. A modo inconsciente, ¿acaso era eso una indirecta hacía mí misma de que debería extender la familia?¿o quizás se refería a que debía abrir las puertas del Castillo? No lo sabía, pero estaba dispuesta a descubrirlo.

Todos se despertaron, con un enorme sueño y deseo profundo de dormir, por lo que no aparentaron mucho sorpresa al ver este espectáculo ante sus narices. Simplemente, se colocaron en un sofá frente a la chimenea y se acurrucaron. Como no quería molestarles, dormí en el alfombrado y espesamente peludo suelo. Al mediodía, al despertar, ya pudimos ir decidiendo nuestros caminos.

-Despiértate, Victoria. -Macabre me llamaba, desde cierta distancia -Hoy es tu gran día, el día en el que serás la segunda Reina Fawlkayn.

-¿No podrás dejarme descansar ni un día? -me tapé la cabeza con una almohada del sofá para no ver la potente luz -Hoy no estoy para ser coronada.

Isla Moonlight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora