CAPÍTULO XIV "VIRUS L"

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Había estado a medio camino entre el sueño y el despertar, me levanté de la cama con un gran cansancio y ganas de dormir. Tras conocer quien era mi madre, me asqueaba bastante ponerme su ropa. En su lugar, decidí confeccionar mi propia ropa. Arranqué una cortina roja, la teñí de verde con aloe vera, y lo ajusté para hacerme un vestido veraniego. Además, teñí la peluca morena de negro y la desalise. Ahora me parecía a mí misma.

Fui hasta el salón, vi en la mesa que Macabre ya había preparado el desayuno. Una exquisita montaña de helado reposaba en un plato sobre la alargada mesa. El motivo por el que íbamos a comer algo frío era porque mi padre no estaba, ni Luna, ni Luz, ni Hugo. Únicamente, estábamos yo y mis dos abuelas.

-¿Has podido dormir algo, Victoria? -Macabre ya lo había deducido por mis ojeras -No tenías porque despertarte tan temprano.

-Estoy perfectamente, créeme. -vi todas las bolas de olores y colores distintos frente a mí -¿Cuáles son los sabores?

-Hay de todo. -Macabre sirvió su papilla a Funèbre -Chocolate, vainilla, fresa, menta, dulce de leche, turrón, nata, yogur, chicle, stracciatella, caramelo, frutos del bosque, vegano...

-Vaya, cuánta variedad. -no me apetecía mucho dulce desde la mañana -Bueno, ¿podrías pasarme una bola de menta, por favor?

-Qué mona eres cuando te comportas tan educadamente. -Macabre recogió una bola y me la colocó en el plato -¿Estás segura de que no quieres sirope o alguna otra cosa dulce?

-No, no hace falta. -rechacé la oferta de Macabre, no me era atractiva esa idea -Pero gracias aún así.

Desayunamos juntas, escuchando la banda y con la chimenea apagada, pues no teníamos frío. No teníamos intención de esperar al resto, quienes se habían ido sin decir nada. Al encontrarme sucia, no quería dejar olor en mi nuevo vestido, así que procedí a bañarme en la alcoba de mi madre. Ya me había acostumbrado a esas escaleras de MCTA.

Me dusnude, sintiendo una fuerte conexión con mi madre. Estaba en la bañera en la que ella lloraría cada vez que arruinaba las cosas. Al tener esa sensación de náuseas incesantes, llené la bañera con agua helada, para refrescar mi mente en ella. Mientras disfrutaba del frío baño, fui interrumpida por alguien que mi corazón había estado esperando.

-¡Victoria! Al fin te he encontrado. -Singup entró en el baño, rompiendo la puerta -Perdón, miraré al techo.

-¡Singup!¿Qué haces aquí? -dije mientras me vestía de verde -¿Por qué has entrado tan bruscamente?

-No hace falta que disimules, sé que te tienen secuestrada. -Singup me cogió en brazos y rompió la ventana -¿Sino por qué ibas a tardar más de tres días en recoger las joyas y volver?

-Singup, he de confesarte la verdad. -tomé aire, antes de decírselo -Yo no quiero robarle a mi familia.

-Pero, pensaba que éramos tu familia... por lo menos yo... -Singup se mostró algo triste -Eso ya no importa, yo también estoy traicionando a Oserariup. -volvió a sonreír -¡Escapémonos y vivamos en el mundo real!

-Pero... mi abuela... mi hermano... Luna... -aún me aferraba a aceptar mi destino como heredera -Sé, que esto es horrible, pero es mi responsabilidad arreglarlo.

-¡Todo esto es falso! Construido de forma ilegal y por motivos egoístas. -Singup me dejó en el suelo -Si yo, que he nacido aquí, lo he aceptado, ¿por qué tú que eres real no eres capaz?

-¡Victoria, apártate de ese criminal! -Macabre entró con un rifle, apuntando a Singup -¡No quiero darte a ti!

-¡Qué te calles, vieja neurótica! -Oserariup y Elux entraron a su vez, con el primero hablando y el segundo agarrando a Macabre -Singup, ¿ya tienes las joyas?

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