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Jimin estaba tumbado sobre su cama, con su cara llena de lágrimas y mirando al techo prácticamente sin ninguna expresión en su rostro, pero abrazando un peluche que le había regalado su padre cuando tenía seis años. El cual abrazaba siempre que tenía ganas de llorar, especialmente después de la muerte de su padre, porque era como si una parte de él estuviera con él cuando se sentía así de deprimido.

Namjoon estaba sentado en el borde de la cama, después de haber echado a Jungmin y a Jackson de la habitación, sin saber qué hacer para poder tranquilizar a su hermano pequeño. Después de todo, sabía lo mucho que el omega odiaba las mentiras y estaba seguro que se sentía más que traicionado por parte de Jungkook, además de que su propio marido había sido cómplice por trabajar para él.

Pero, en el fondo, Namjoon sabía que todo esto era un pequeño berrinche por parte de su hermano pequeño porque le habían mentido y que, con el tiempo, Jimin lo vería como lo ven los demás y acabaría perdonando al alfa.

-¿Cómo estás? -preguntó Namjoon, a lo que Jimin lo miró de reojo sin decir ni una palabra- ¿Más tranquilo, pequeño?

-No -empezó a llorar Jimin, lanzando el peluche por los aires antes de que Namjoon se tumbara en la cama a su lado y comenzara a abrazarlo-... No estoy bien... Hyung...

-Estoy aquí... Tranquilo -dijo Namjoon, acariciando el pelo negro con algún resto del tinte azul que había llevado la noche anterior-... Cuéntame qué ha pasado, anda... Que si tengo que esperar a que vuelva Seokjin, me lo contará con otra versión a la tuya...

-Jungkook me ha mentido todo este tiempo, Nam -lloraba Jimin-. ¿Por qué me ha mentido, hyung? ¿He sido un juego para él? ¿Para pasar el rato?

-No, mi niño, no... Seguro que tenía sus razones para ocultarte que es el futuro rey de Corea -dijo Namjoon, a lo que Jimin le miró mal por haber dado en el clavo-. A nadie le pasó desapercibida su voz de alfa, Jimin, y solo unos pocos sabíamos que sois destinados. No era difícil sumar dos más dos, hasta madre los ha sumado.

Jimin se puso pálido como un papel, al escuchar lo que acababa de decir su hermano mayor. Después de todo, tenía razón: estaban en medio del salón de baile cuando Jungkook habló con su voz de alfa y se dirigió hacia él como su omega. Y, al igual que su madre, estaba medio Seúl.

Todo el mundo era consciente de que era el destinado del futuro rey de Corea, aunque no eran conscientes de que era el mismo chico con el que había bailado en los bailes anteriores, que había dado un paseo por el parque delante de todos y que había ido a tomar té a su casa ese mismo lunes.

El mismo chico con el que hablaba por teléfono sin que nadie que no fuera su familia lo supiera y con el que había vivido tantos momentos de intimidad que, cualquiera de esos, habría sido razón demasiado justificada para haberle casado a la fuerza. Con el que se había besado en el lago del castillo. Con el que había llegado a pensar que podría haber sido un buen marido en el futuro.

-Por todas las lunas... No, no... No puedo -dijo Jimin, levantándose de la cama y empezando a caminar de un lado a otro de la habitación-. No puedo con esto...

-Jimin...

-¡No! ¡No voy a casarme! -exclamó Jimin- ¡Lo dije cuando empezó la temporada y mi opinión no va a cambiar! ¡No voy a casarme, mucho menos con Jeon Jungkook! Tengo que salir de esta situación... Jungkook me lo agradecerá en el futuro, en cuanto encuentre a alguien que quiera lo mismo que quiere él...

-La persona que quiere lo mismo que él eres tú, Jimin -dijo Namjoon, mientras Jimin negaba con la cabeza llorando realmente frustrado-. Él te quiere, hermanito, y eso es probablemente lo más sincero que haya hecho desde que os conocéis...

Kilig [Kookmin Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora