El hurón me embarazó [DRACO MALFOY x Tú]

I. Yesterday

        

𝟏. 𝐄𝐥 𝐚𝐲𝐞𝐫

Helena era la clase definición exacta de "no juzgues a las personas por su apariencia", o en este caso por su casa de Hogwarts. Ella pertenecía a Slytherin, la casa de los astutos, malos y ambiciosos, pero para nada se portaba como los suyos... Siempre pensó que él sombrero había cometido un error de meterla en aquella casa porque no se parecía en nada a sus compañeros y encima era de sangre muggle. Para ella no tenía sentido alguno, pero desde que tenía memoria ella sentía muy adentro una extraña conexión con el mundo mágico, desde antes de saber que existía.

Un día, cuando Helena tenía once años, recibió una carta que cambiaría su vida para siempre. Era una carta de Hogwarts, la escuela de magia y hechicería. Al principio, pensó que era una broma, pero luego vio el sello de cera con el escudo de la escuela, y sintió una emoción que nunca había experimentado. Abrió la carta con cuidado, y leyó las palabras que le revelaban su verdadera identidad: era una bruja.

Así comenzó la aventura de Helena. Ni bien llegó a Hogwarts se quedó maravillada con el castillo y sus alrededores. Al entrar al Gran Comedor, vio el Sombrero Seleccionador, que decidiría a qué casa pertenecería. Helena esperaba ser elegida en Gryffindor, la casa de los valientes y los leales. Sin embargo, cuando le tocó el turno, el Sombrero la sorprendió con su veredicto:

—¡Slytherin! —exclamó el sombrero.

Helena se quedó helada. No podía creerlo. Slytherin era la casa de los malos, de los ambiciosos y los astutos, de los que usaban la magia oscura. Slytherin era la casa de Lord Voldemort, el mago más temido y odiado de la historia. ¿Cómo podía ser ella una Slytherin?

Helena se dirigió a la mesa de Slytherin, entre los abucheos y los silbidos de las otras casas. Se sentó al lado de una chica pelinegra y de un chico pálido, que la miraron con curiosidad.

—Hola, soy Pansy Parkinson —se presentó la chica.

—Y yo soy Draco Malfoy —dijo el chico.

—¿Y tú? —preguntó Pansy.

—Helena —respondió Helena, sin dar su apellido.

—¿Helena qué? —insistió Draco.

—Anderson —dijo Helena.

Draco frunció el ceño, y sacó una pluma de plata. Escribió algo en un trozo de pergamino, y se lo pasó a Helena. Helena lo leyó, aunque no entendía que quería decir. En el pergamino ponía:

Helena, la sangre sucia.

Draco había descubierto que era muggle. Y no solo eso, sino que se lo había hecho saber a toda la mesa de Slytherin, que empezaron a murmurar y mirarla de manera acusadora. Helena no entendía que pasaba, pero al sentir como la veían y hablaban se le llenaron los ojos de lágrimas, trató de contenerse sin mucho éxito.

Alguien se levantó de la mesa para gritar con voz firme:

—¿En serio siguen con eso de molestar a los de sangre muggle? —era una chica castaña la que gritaba. Tenía una mirada seria y firme.

Draco se rió, y le dijo con desprecio:

—De seguro eres otra sangre sucia igual que ella, por eso la defiendes.

—Te equivocas, pero mi apellido no te interesa. Deja de ser tan cruel con ella.

Helena estaba temblando de miedo, no sabía lo que estaba pasando. Se habían burlado de ella y al mismo tiempo alguien se había ofrecido a ayudarla.

—¡Pero solo mírenla! Está temblando de miedo la rubia sangre sucia.

Helena quería botar lágrimas, pero en lugar de eso sintió como algo salía de ella y próximamente toda la mesa se estaba riendo. Ella abrió los ojos con mucho miedo y vio la escena más graciosa de toda su vida: el pelo de Draco se estaba transformando en morado mientras él ponía una cara de terror. Inconscientemente ella también soltó una risa.

—¡Te arrepentirás de esto! ¡Te haré la vida miserable hasta que arrepientas de haber venido aquí y te vayas! —gritó lo último antes de salir corriendo con las manos en su pelo.

Así fue como empezó el odio mutuo entre Helena y Draco. Un odio que duraría toda su vida, y que los llevaría a enfrentarse en las más terribles circunstancias. Un odio que solo podría ser vencido por el amor.

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