III. A Hard Day's Night

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3. Un día y noche difíciles
  


Helena y Draco estaban solos en la cafetería de Hogwarts en aquella noche fría y oscura.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Draco con tono frío y arrogante.

—Lo mismo que tú, supongo —respondió ella con indiferencia, mientras se servía un vaso de jugo de calabaza.

—No, tú no tienes nada que hacer aquí. Eres una sangre sucia, no mereces estar en esta escuela —dijo él, tratando de provocarla.

—Ah, sí, claro. Porque tú eres un sangre pura, el orgullo de los Malfoy. ¿No te cansas de repetir esa mentira? —replicó ella, mirándolo con desprecio.

—No es una mentira, es la verdad. Los sangre pura somos superiores a los mestizos y los muggles. El Señor Oscuro lo sabe, y pronto lo sabrá todo el mundo —afirmó él, con una sonrisa maliciosa.

—No me hagas reír. Voldemor es un monstruo, un asesino. La Orden del Fénix lo derrotará, y tú lo sabes —dijo ella, con firmeza.

—¿La Orden del Fénix? ¿Qué sabes tú de la Orden del Fénix? —preguntó él, con curiosidad.

—Más que tú seguro que sí —respondió ella, con una mirada misteriosa.

Ambos se quedaron en silencio, se miraron a los ojos tratando de descifrar lo que el otro pensaba. Helena se dio cuenta de que Draco tenía unos ojos grises muy bonitos, que contrastaban con su cabello rubio y su piel pálida. Draco notó que Helena tenía unos labios rositas muy tentadores, que hacían juego con su cabello rubio.

En ese momento, los dos voltearon su mirada hacia un pastel de chocolate en la mesa. Se miraron nuevamente antes de lanzarse a por él, con la intención de tomarlo para sí. Se encontraron en el medio, y sus cuerpos chocaron por accidente. Aún peor, sus labios estaban chocando entre sí. ¡Se estaban besando!

Ambos abrieron bien los ojos y se separaron rápidamente, se quedaron en shock. Se miraron con horror, sin saber qué decir. Era como si hubieran cometido un crimen. Se levantaron rápidamente y salieron corriendo de ahí. No dijeron nada, solo se alejaron lo más posible el uno del otro.

Helena llegó a su habitación, y se tiró en su cama. No podía dejar de pensar en ese beso, y en lo que había sentido. Era su primer beso, y se lo había dado a Draco Malfoy, su enemigo. Estaba pensando: ¿Cómo era posible? ¿Qué le pasaba? ¿Acaso le gustaba? No, no podía ser. Era una locura. Era un error. Era un secreto.

Yotsuba maulló cuando la vio entrar, Helena solo le hizo señas para que se callara. Su amiga Marin seguía durmiendo en la habitación, así que agradecida por no tener que dar explicaciones se fue a dormir.

Al día siguiente, Helena y Marin estaban en el comedor, desayunando. De pronto, entró Draco con sus amigos. Ambos se miraron rápidamente, y luego quitaron la mirada. Marin sospechó algo, y le preguntó a Helena:

—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?

—Sí, sí, estoy bien —mintió Helena, nerviosa.

—¿Segura? Te veo rara. ¿No habrá pasado algo anoche? —insistió Marin, curiosa.

—No, no pasó nada. ¿Por qué habría de pasar algo? —dijo Helena, tratando de disimular.

—No sé, me pareció verte llegar muy agitada a la habitación en medio de la noche —dijo Marin, con una sonrisa pícara.

—¿Qué? No, eso no es cierto. No sé de qué hablas —dijo Helena, poniéndose roja.

—Vamos, no me mientas. Sé que pasó ayer en la noche y tiene que ver con Malfoy, por eso se miraron así. ¿Qué es? ¿Amor? ¿Un enfrentamiento? ¿Es tu amante? —dijo Marin, bromeando.

El hurón me embarazó [DRACO MALFOY x Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora