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Era una tarde-noche bastante tranquila, sorpresivamente, por lo que era perfecto para lo que había planeado con sus amigos ese mismo día. Era sábado, por lo que no se preocuparon por la escuela. Ya había terminado de alistarse y preparar todo lo necesario, lo cual solo era una botella de agua, una linterna y baterías para la misma. Tomo claro su celular y se vio por última vez en el espejo antes de dejar su casa. Tenía las mismas ojeras de siempre, que ya eran parte de él, pero ahora estaban más notables y, aunque intento maquillarse para disimularlo, no era secreto para nadie que no había estado durmiendo muy bien, había estado teniendo pesadillas. Se reacomodó su cabellera negra como sus ojos, bastante profundos según sus amigos, y más con la parte superior recién teñida del característico rojo vivo que lo acompañaba desde la primaria. Salió con su mochila colgando de su brazo izquierdo y subió más el cierre se su sudadera gris, como la noche de ese día.

No se demoró ni 10 minutos en llegar a su destino y aun así sus tres amigos ya estaban ahí, esperándolo. Todos saben que es un chico peculiar a los ojos de muchos, quien siempre ha gustado del terror y esas cosas supuestamente "no normales", pues esta vez sí que excedió su límite. A sus amigos no les sorprendió cuando les propuso la idea de ir a explorar aquel extraño castillo abandonado que se hallaba a las afueras del pueblo y del que todo mundo sabía, pero nadie se atrevía a ir, hasta ahora.

Ya hacían fuera del lugar ya mencionado, parados frente al enorme portón de reja negra que rodeaba toda la ¿casa? ¿castillo?, ni ellos mismos sabían cómo llamarle, no se parecía a ninguno. Por alguna razón, que nadie quería mencionar, se quedaron los cuatro en completo silencio frente a la entrada, la cual se abrió un poco por la brisa fresca, propia de la época; comenzó a formarse una espesa e inexplicable neblina que cubrió los pies de los adolescentes, quienes se dieron cuenta rápidamente del clásico ambiente de película que se había formado alrededor.

-Nos quedaremos aquí o vamos a entrar. – Hablo nuestro protagonista, el joven Pete. Con su típica voz grave, pero no demasiado, haciendo parecer que siempre esta irritado o enfadado; una voz inexpresiva para todos, pero para sus amigos tenia cierto grado de emoción en el momento.

Rompiendo el inquietante, pero a la vez misterioso silencio formado segundos atrás, entraron todos sin hacer más énfasis al tema. El lugar no parecía tan grande como lo hacía parecer por fuera, o quizás era por la oscuridad. Pete abrió su mochila y saco su linterna, algo que los otros hicieron también. Pudieron observar muchos muebles cubiertos por telas blancas, cuadros muy antiguos y polvorientos; así como muchos espejos también cubiertos de la misma manera.

-Empiezo a creer que esto es un set de grabación para alguna estúpida película indie. - comento Michael, el mayor del grupo y quien se hacía responsable de la mayoría de problemas en los que se han metido alguna vez. Aunque sentía que algo malo pasaría, quería aliviar un poco el ambiente. –Si de verdad hubiera algo aquí, ya nos habría matado.

-Al menos prefiero morirme aquí que en mi casa, encerrada con mi insoportable "madre"– Hablo esta vez la única mujer del grupo quien, a pesar de ello, prefería mil veces estar con sus chicos que con cualquier otra chica, básica y conformista, de su edad.

Siguieron recorriendo lo que quedaba de aquel lugar que, según Michael, fue alguna vez el hogar de muchas familias adineradas pero aisladas del pueblo, donde vivieron hasta el día de su natalicio. Cada uno iba con su linterna y el más puro silencio que los acompañaba, a excepción de sus pisadas y respiración. Sorpresivamente terminaron de recorrer todo lo que el lugar les permitió y en menos tiempo del esperado, otra prueba de que el lugar no era muy grande.

-Bien, ¿ya podemos irnos? –Dijo Michael, con una voz que expresaba prisa, aunque no quería demostrarlo; sus padres le pidieron volver temprano, no es que les tuviera miedo o algo por el estilo, pero sí que querían que volviera temprano.

-Por qué tanta prisa? –Pregunto Henrietta.

Pete podía escuchar como ambos "adultos", Michael y Henrietta, discutían algo, pero no podía entender que era. Como si sus oídos comenzaran a taparse y, de repente, ya podía escuchar, pero no a sus amigos. Escuchaba otra voz, una que parecía querer seducirlo, pero no de una manera romántica, bueno, no lo sabía; la voz era inentendible, creyó que hablaba en otro idioma. Su cabeza volteo a la derecha, de forma involuntaria y rápida, causándole un dolor leve que rápidamente olvido al ver una puerta roja, muy brillante, al final de un pasillo que no había visto cuando recorrieron la casa.

Cuando menos se dio cuenta ya estaba frente a la puerta, su propia respiración era lo único que podía escuchar, la voz ya no estaba. Le fue difícil levantar el brazo, poner su mano en la perilla y girarla. Empujo ligeramente la puerta haciendo que esta terminara de abrirse por completo, se quedó estático en su lugar, nada más viendo la habitación, bastante pequeña pero acogedora; una chimenea al fondo, al lado un sofá individual con una mesita, una lámpara sobre la mesa, muchas estanterías repletas de libros cubriendo las paredes, e incluso enormes cortinas rojas cuando ni siquiera había ventanas. 

Decidió adentrarse por completo a la habitación al notar que solo estaba él, o eso creía. Tal y como ya se lo esperaba, la puerta se cerró de golpe justo detrás de él, admitía que eso lo asusto un poco. Se adentró mas, observando cada detalle, hasta que se detuvo frente a la chimenea encendida al lado del sofá individual. En la mesita de noche, junto al sofá, observo una taza de lo que parecía ser té caliente, y un libro negro que estaba volteado. Tomo el libro con cuidado de no hacer ruido, aunque estaba convencido de que no había nadie en la casa, lo volteo para ver la portada, quedando muy sorprendido luego de ver el nombre del supuesto autor. Se trataba de una de muchas obras de Edgar Allan Poe.

Estaba por devolver el libro a su lugar cuando escucho algo detrás suyo, eran pasos, no tardaron mucho en hacerse notar y parar justo detrás de el. Dejo caer el libro al suelo luego de sentir un ligero peso en su hombro derecho, de reojo, alcanzo a ver como una mano pálida se posaba sobre el, con un anillo sobre el dedo anular, era de plata, con detalles de serpiente y una joya roja en el centro, el brillo era tanto que llego a calarle la vista. Al voltear a su otro hombro noto como se asomaban unos mechones de cabello negro con un tinte verde igual de brillante, sentía como le dolía la cabeza y se le nublaba la vista poco a poco. Pensaba que se desmayaría en cualquier momento, tal vez era lo mejor, dormirse y aceptar su destino. No, tenia que resistir, no iba a dejarse así como así, se armo de valor para hacerle cara a quien estuviera detrás pero, se congelo al sentir la respiración en su cuello, tan fría, tan tranquila. Dos puntiagudos y filosos colmillos estaban en su cuello, posándose listos para morderlo, sabia que eran colmillos, ¿como?, eso si que no lo sabia. 

Justo cuando creyó que lo mordería, escucho una voz decir.

-Despierta Pete~

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_◆ɫ Nightmare ɫ◆_                                   (South Park)(Pete x Mike)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora