27.Familia

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Navarrete

Trato de ayudarle pero es demasiado orgullosa para aceptarlo, no insisto más porque sé lo frustrante que debe ser y no quiero hacerla sentir peor. Aunque me sorprende que no se ha rendido, conociéndola juraría que ya habría dejado todo y se hubiese acostado completamente frustrada, pero no, sigue comiendo aún con dificultad.

Verla así me preocupa aún más, confío en que el tratamiento funcione y esto solo sea temporal, no me imagino una vida sin ella.

Termina de comer y deja todo a un lado, yo apenas probé bocado de tanto pensar.

-termina

-no tengo hambre

Toma una cuchara y me extiende un trozo de carne. Sentí mis ojos arder después de contener mucho las lágrimas y no hice más que recibirlo rápidamente y tomar sus manos, para después besar sus nudillos.

-ey- limpio la pequeña lágrima de su mejilla- ni aún después de la muerte tú y yo podríamos estar separados- bromeó- así que no te preocupes, yo siempre estaré contigo

-pero te quiero aquí, viva y sana, no quiero que sufras pero tampoco estoy dispuesto a perderte

-José Luis tú me conoces y sabes que no permitiré que mi familia me vea postrada en una cama y ser completamente dependiente de alguien, he investigado aunque tú le prohíbas a los médicos que me hablen con la verdad

-pero hay esperanzas, tú sigue juiciosa con los medicamentos, las inyecciones, pronto empezarás secciones de terapia para la memoria...

Rodó los ojos inmediatamente, sé que ni de chiste irá pero yo la llevaré aunque sea obligada.

No sé qué me pasa pero desde que llegó dejo de pensar en una sola cosa, está más hermosa que nunca, a pesar de que trae mi camisa, su lagrimal manchado y su cabello envuelto en un chongo, se ve más sexy que nunca.

-¡José Luis!

Me saca de mis más oscuros pensamientos y no puedo evitar reír al verla cruzada de brazos y con su ceño fruncido, más que molesta.

-te estoy hablando hace rato, ¿en qué pensabas?, o más bien ¿en quién?

-¿celosa?- me río y a cambio recibo un almohadazo

Se levanta molesta y sale de la recámara.

-amor- la sigo- oye, no seas inmadura

Salgo a el pasillo y no la encuentro, empecé a buscarla por toda la casa hasta que la encontré en el jardín platicando con Matamoros, ni siquiera sabía que vendría.

Es un buen tipo y le agradezco infinitamente lo que ha hecho por mi familia, pero aún así no termina de agradarme que esté tan cerca de Altagracia.

En cuanto veo que se abrazan hago acto de presencia.

-que sorpresa, no pensé verte por aquí

-de hoy en adelante me verá todos los días

-¿cómo?

-te dije que lo convencería de regresar, seguirá siendo mi mano derecha y estará a cargo de la seguridad de todos, dejaselo claro a tus hombres

-¿por qué no me dijiste nada?- reclamo- ¿y por qué sales de la habitación así?- bajo la camisa y recuerdo que solo trae bragas

-bienvenido Matamoros- lo veo- ahora tú, entra

-no voy a entrar, cuando carajos vas a entender que tú a mí no me das ordenes- alzo la voz

Recuerdo que no puede tener emociones fuertes y trato de contenerme.

-calmate- paso mi mano por su cadera- ¿podrías ir a cambiarte y luego regresar?

𝚂𝚒𝚗 𝙴𝚜𝚌𝚊𝚙𝚊𝚝𝚘𝚛𝚒𝚊♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora