• 𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐑𝐄 • ||CARL GRIMES|| [𝐓𝐖𝐃] (2da edición)

CAPÍTULO 2

El final del viejo mundo

Karina no para de tomar fotos de los paisajes que va viendo, lo mismo pasó hace una hora antes de salir de la ciudad que hasta me empezó a interesar cómo maneja las herramientas de edición que la misma cámara proporciona. Apenas está probando lo que los adolescentes hacen y es muy buena para adaptarse a las redes sociales. No es tan famosa como las chicas de tercer grado, pero ver que lo intenta es algo emocionante.

De mi lado está Melody recargando su cabeza en el respaldo del sillón de enfrente para hablar cómodamente con Ana sobre una serie que no tenía idea de su existencia, se integran los susurros de Iván y África igual que sus risas escandalosas, entonces Yahir ha aprovechado en tomar el control del auxiliar para poder poner algo de música. La camioneta se invade por el increíble ritmo del hip-hop. En consecuencia, empiezo a mover la cabeza dando a entender que la canción es increíble. Muevo los hombros ligeramente al ritmo de la música alegre por la nueva música que acabo de descubrir.

Poco a poco la autopista se convierte en el sendero del bosque. En pocos segundos nos encontramos rodeados de árboles hasta detenernos en una pradera iluminada por el sol cálido del verano. El lugar es perfecto para acampar y muy espacioso para este gran grupo que en su parte un espacio chico puede llegarnos a hartar, pero este no es el momento. Hasta ahora, las palabras que mi hermana me dijo ayer en la noche empiezan a no tener sentido, no si tenemos todo este espacio, un buen clima y por el momento un bien ambiente entre nosotros.

Una vez que el móvil se detiene, todos bajamos entusiasmados por poner las campañas y esperar por las actividades que prepararon los señores Bent. Logro memorizar las indicaciones principales antes de iniciar todo y a los pocos minutos ambos desaparecen yendo hacia los arboles para poder ir a recolectar leña para la fogata de la noche. Se van tomados de la mano apreciando el horizonte en donde el verde se destaca en su máximo resplandor, aunque durante el viaje ellos nos notificaron que hagamos lo posible por no sacar los celulares para distraernos con los juegos que tanto nos gustan, puedo alcanzar a ver al señor Bent sacar el dispositivo para tomar una foto del paisaje y mostrársela a su esposa impresionado.

Me quedo quieta apreciando a ambos adultos imaginando que mis padres pueden llegar a ser ese tipo de cosas, pasar tiempo entre ellos y mostrarse cariño como los padres de Iván. Esa familia es tan distinta a la mía.

En la ausencia de ellos, África propone una carrera para armar la campaña y es ahí cuando la vergüenza me llega al darme cuenta que no traje la mía, no porque se me olvidó (que preferiría decirles eso) sino que, a decir verdad, no tengo ninguna, evidenciando que mi familia no está dispuesta a introducirse a este tipo de aventuras. Venir a un campamento es nuevo para mí.

Yahir me escoge para ayudarle en esta carrera y no tengo de otra que aceptar al ver que Melody se ha ido con África. Al dar inicio, hago lo posible para captar los señalamientos que el chico rubio me da a los objetos que componen la tienda de dormir. Intento darme prisa, intento no desesperar al chico y al mismo tiempo memorizo lo que hace si es que tengo la oportunidad de convencer a mis padres de que me compren una. No lo harían si no tuviera idea de cómo armarla.

(***)

Los últimos rayos del sol los aprovechan para tener todo listo para la cena que será una sopa ligera que la señora Bent trajo desde casa en acompañamiento de sincronizadas que está por hacer su esposo una vez que prenda la fogata. Me meto en la carpa de Melody para poder sacar mi celular y jugar un rato en la espera, tengo que bajar todo el volumen para que no se den cuenta que estoy haciendo todo lo contrario a lo que dije en el camino que no haría.

Melody se sienta sobre las sábanas revueltas mirando por un momento el juego.

—Ven. Acompáñame— se levanta con cuidado y desplaza el cierre de la campaña.