CAPÍTULO 11

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Un amigo

La época de otoño trae consigo la brisa fresca y los fríos en las noches, las rejillas de las ventanas dejan entrar las temperaturas templadas y húmedas en la prisión. La celda implacable en la que nos encontramos hace que mis propias manos estén entumecidas por más que intento acogerlas en los bolsillos de mi chamarra gris. Me subo la cremallera hasta el cuello y vuelvo a frotarlas por encima de mis labios para calentarlas con mi vapor.

Intento concentrarme en la junta improvisada que Yahir ha organizado solo para los nuevos, por más que intento enfocarme en las palabras no dejo de pensar en el gobernador, su comunidad, las personas de allá, las armas que vamos a usar y lo que nos espera.

—Estoy de acuerdo con mis turnos ¿tú qué opinas, Jennette? — Karina engancha su mirada en mí esperando respuesta.

Mi silencio delata mi perdida en el asunto. Estoy más perdida que cuando voy al baño por los oscuros y tenebrosos pasillos por las noches.

Al mismo tiempo el quejido de la mayoría viaja por el chico lugar, Iván se recarga en la silla del fondo pasando una mano por su hombro, mismo que fue herido hace dos semanas. La coordinación es visible para delatar su frustración a mi distracción, entonces lo único que se me ocurre hacer es esconder mis manos de vuelta en los bolsillos como un refugio a esos rostros de desaprobación.

Ana chasquea la boca y el eco provoca una reacción atenta de mi parte. Puedo comprender su fastidio en estos momentos, pues esta distracción no es momentánea, llevo así desde que Rick nos dio la noticia aquella noche.

—¿Podrías por lo menos fingir que te importa esto? — murmura con algo de amargura en la voz, si no fuera poco, se atreve a rodar los ojos que caen en Yahir, que se encuentra igual que ella.

—Lo siento— confieso inclinándome hacia adelante dispuesta a enfocar toda mi atención en eso —Es que no dejo de pensar en lo que se viene.

—Sé que es peligroso lo que está por pasar, Jennette, pero no nos podemos quedar esperando a que Rick y los demás resuelvan esto— me empuja levemente mi muslo con el suyo —Por lo menos intenta concentrarte en esto ¿bien? Tenemos que ayudarlos en algo tan simple como esto.

Asiento tomando una gran bocanada de aire y sacarlo por la boca en segundos.

—Decíamos que por estos días turnemos las guardias de día y noche— Karina me extiende un papel de color amarillo pastel —Ana hizo los horarios. Solo falta que confirmes si estás de acuerdo con tus rondas.

Desdoblo un poco más aquella hoja arrugada de cuaderno y busco mi nombre en el cuadro, a lado de este se encuentran las horas junto con los días de esta semana. Arrugo la frente al notar que en tres noches y uno en la madrugada me toca <<Esto tiene que ser una broma>> Al alzar la mirada hacia los demás me doy cuenta que no. Dudo si en aceptar algo que no quiero hacer, no porque me niego a ayudar, sino porque es algo injusto. Soy la única que hará guardia en la noche y madrugada tres noches seguidas. Una vez que diga sí no habrá vuelta atrás.

—No es que quiera hacerlo, pero...

—Y aquí vamos— confiesa Ana cansada echando un vistazo a Iván y Yahir —Les dije que se negaría.

Sin entender a lo que se refiere les muestro la hoja.

—Es que ¿por qué tengo guardia solo de noche y no en el día? Miren, puedo hacer una en la noche y...

—Los horarios ya están— Ana me interrumpe quitándome la opción de una decisión —Si quieres un nuevo horario háblalo con alguien más que no esté de acuerdo y así puedan intercambiarlo, pero para tu mala suerte, todos aquí estamos de acuerdo en el nuestro. Tú eres la única.

• 𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐑𝐄 • ||CARL GRIMES|| [𝐓𝐖𝐃] (2da edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora