Sergio sabe que es un hombre listo a pesar de que no a tomado las mejores decisiones.
Una de ellas es el hecho de que soportara estar bajo el yugo de una relación que le robaba el brillo, su felicidad. Se quedó por amor con un hombre que rompió todo...
Sergio llegó alrededor de las cinco a la casa que ya compartían con su pareja. Le había costado mucho a Lewis que ambos vivieran juntos. Más que eso le costó ganarse el corazón de Sergio.
El Mercedes negro le indicaba que también Lewis ya estaba dentro. La casa era muy bonita. Con un estilo clásico pero con detalles que dejaban a la vista que también había crecido y se había modificado como los dueños de ella. Era una propiedad que le pertenecía a la familia de Lewis, la primera casa que inició aquel residencial.
Busco la llaves en su maleta de piel. Pero alguien más se adelantó. Lewis llevaba un pans suelto junto con una camisa de algodón blanca. A Sergio le gustaba cuando su prometido andaba tan sencillo.
Dejaba ver su atractivo. El moreno era el tipo de hombre al que simplemente no puedes no ver.
Sir Lewis Hamilton era todo un experto en modas, tenía un estilo tan único que te hacía querer voltear cuando esté pasaba junto a ti. Sergio no mentiría que aquello había llamado su atención.
El se dedicaba a las leyes y tampoco mal entiendan el hecho de que se fijó en Lewis por su ropa.
Pero cuando llegas a un juzgado no esperas encontrar a alguien vestido con un pans de tela brilloso color azul turquesa, camisa rosa fuerte y muchas cadenas. Checo pensé que era un rapero famoso que seguro estaba ahí por que habían encontrado polvo blanco en su carro.
Fue una sorpresa cuando se dio cuenta que era su cliente. Y no estaban ahí por algo indebido, si no más bien por una demanda de maltrato animal para su vecino.
Lewis era glorioso en todo el sentido de la palabra. Con esa manera única de andar y su forma de hablar tan educada, destilaba superioridad sin que el lo quisiera. Un caballero del siglo pasado en el presente.
Sus brazos lo envolvieron con una delicadeza genuina. Checo comenzó a reír. Era reconfortante saber que alguien lo esperaba en casa, alguien que lo amaba.
-¿que tal todo?- pregunto con un susurro muy suave, estaba tan cerca de su oído que su piel se erizó.
-no dijimos mucho, el quiere que valla a ver a su madre- Lewis lo atrajo mucho más a su pecho y Sergio se refugio en el toque.
-¿que piensas hacer?- era otra cosa buena, su pareja nunca juzgaba o tomaba sus decisiones. Sergio las tomaba y Lewis lo apoyaba. Si algo salía mal, el moreno simplemente lo ayudaba a buscar soluciones.
-que lo pensaría... estamos a nada de casarnos pero Sophia está enferma a pedido verme y ella siempre fue tan amable conmigo- se separaron lastimosamente y avanzaron por el pasillo asegurándose de que la puerta estuviera cerrada.
Roscoe la mascota del ingles salió entonces de su escondite y lo saludó.
Sergio se arrodilló entonces y comenzó a hacerles cariños. Roscoe siempre fue muy fiel y manso cuando se trataba de las manos del mexicano.
-¿quieres ir?- el castaño dejó de hacerle cosquillas en la barriga al perro y se dedicó a ver los bonitos ojos de su pareja.
-no lo sé... no quiero verlos a ellos- le dijo triste. Lewis sabía la historia, por supuesto que lo hacía y aunque no los conocía de todo el inglés también los odiaba. El perro sintió en cambio de ambiente por que pronto lambía con prisa las manos de Checo.
-¿está tan mal para que no pueda salir de casa?- dio otra opción. Sergio asintió con pena.
-¿tú podrías acompañarme?- pregunto con pena. Lewis sonrió complacido mientras se arrodillaba y lo besaba con sutileza. Sus manos acariciaban las suaves mejillas de su chico. Esa mañana Sergio se había rasurado.
-hasta el fin del mundo- aquello se sintió tan bien que Sergio se lanzó a los brazos del moreno haciendo que este cayera a la suave alfombra tras ellos. Sus piernas alrededor de su cintura.
-¿ya te dije que te amo?- le preguntó Checo mientras se acercaba a besar sus labios. Los ojos de Lewis se oscurecieron de deseo mientras sostenía con mayor fuerza la cadera de Sergio.
-hoy no lo recuerdo- apretó con cuidado y escuchar a Sergio gemir lo complació.
-Sir Lewis Hamilton yo Sergio Michael Perez Mendoza confieso que estoy perdidamente enamorado de ti- se inclinó de nuevo y con sus labios muy juntos. -té amo Lewis- sus labios se acariciaron y de nuevo se tomaron con más fuerza y diminutivamente mucha más pasión.
Aquella tarde hicieron el amor sobre la alfombra. Recordándose lo mucho que se deseaban. Amando cada parte del otro. ————————— Es corto y lo sé pero es lo qué hay! 😢
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