Cada cosa en su lugar

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Los votos dejaron un aire nostálgico en la iglesia.

Sergio no pude negar que estaba llorando, pero no más que Lewis.
El moreno no dejaba de pasar un pañuelo por su rostro.

~me estás haciendo tan feliz~ le dijo cuando estaban cerca.
A Sergio le atravesó un escalofrío.

Con el anillo ya en el dedo anular, los votos expuestos y con el "si" dicho.
Solo faltaba la pregunta que cada novela dramática realiza.

-¿hay alguien que se oponga a esta santa unión?- pregunto el padre alzando la vista de la mesa.

Sergio trago saliva con pesar su corazón latiendo desenfrenado.

-¡yo me opongo!- Sergio puso sus ojos en blanco pero soltó un suspiro de alivio.
Lewis giró su cabeza con un gesto claro de molestia.

-siga con la boda, está enfermo de sus facultades mentales- secuencio Yuki quien había sentado de nuevo con una sola mano a George.

-deja de ser un descarado bromista- chistó en voz baja el japonés, aquello era claro una amenaza.

-¿por que fue que lo invitamos?- pregunto Lewis aún hincado.
El color está regresando a su piel, Sergio acarició el dorso de su mano.

-es el padrino de anillos- juguetero con el aro de oro que ahora tenía el moreno.

-¿quien tuvo esa gran idea?- el castaño sonrió antes de responder.

-tu- hubo algunas risas, las orejas del británico se pusieron rojas.
El padre prosiguió.

-lo que Dios a unido que no lo separe el hombre- also sus manos y bendijo la unión de lazos.
-pueden sellar la unión con un beso-

El moreno jalo con cuidado el pequeño listón y el velo por fin se deslizó de su cara.
Lewis se tomó el tiempo de admirarlo, sus ojos expresaban aquel amor que hacía que Sergio se sintiera poderoso.

Sus manos acariciaron el bello rostro frente a él, pasando con cuidado el pañuelo por las mejillas aún húmedas de Sergio.
Este dejó salir una risa entre cortada.

-Te amo- le dijo el inglés y se permitió por fin acercarse y besar los labios de aquel ser que había aparecido en su vida para salvar a su perro de su vecino.
Y asu vez a él mismo de una vida solitaria.

Tras de ellos escucharon los aplausos y un montón de bulla.

-¡lo lograste campeón!- grito uno de sus amigos.

-Té ganaron a tu hombro Russell- ese sin duda era Yuki.
Lance golpeaba sin ser bruto la parte detrás de la cabeza de Russel.

Sergio observó al padre pidiendo perdón por tal escándalo, pero el anciano parecía tan feliz con todo aquel ruido.

-entre en esta iglesia solo y ahora salgo a lado del único hombre con el que deseo estar hasta el final de mis días- le dijo Lewis cuando tomó su mano y comenzaron a avanzar por el pasillo.

Al salir ambos se protegieron como pudieron con el velo de Checo, mientras les tiraban arroz y pétalos de flores.

Se sentía tan feliz que pensó que podía caérsele la cara si no dejaba de sonreír.
Lewis estaba a su lado con sus ojos brillantes y sus labios no paraban de decir te amo.

Sus amigos estaban a su alrededor, coreando algún tipo de canción que el no podía entender por el ruido de los demás.
Su familia se unía a la bulla con aplausos y chiflidos.

Sergio sintió que todo estaba en paz, que no podía existir algo que le robara su sonrisa.
A fuera no estaba el carro que los llevaría, pero George les aventó las llaves del suyo.

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