Padres e hijos

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Sergio bago por las calles, dando vueltas sin sentido.
Hasta que se estacionó en un centro comercial.
Dejó caer su cabeza en el volante y suspiro.

No quería volver a llorar por que aquello ya no le quedaba bien.
Es un hombre adulto y no puede solucionar sus problemas llorando.
Pero tenía cierto sentimiento de traición que apretaba con fuerza su pecho.

¿Significaba eso que no sería bien padre? ¿No era alguien que te trasmite confianza?

Había mucha preguntas y ninguna de ellas tenía respuesta.
Faltaba una semana para su boda.
Y todo parecía estar en su contra, era como si el universo conspirara contra el.
Como si no quisiera que el fuera feliz.

-deja de ser un exagerado Michel- se dijo a si mismo.

No tenía dinero, ni ropa decente gracias a su tonto prometido que no dejaba de alabar lo sexi que se veía con las bonitas pijamas de encaje y seda, ni celular para poder llamar.
En conclusión no podía salir y comprar algo.
Llevaba ya casi dos horas en el auto y tenía hambre.

Tampoco quería regresar a su casa, sabía muy bien que lo estarían esperando y ahora no quería enfrentarse a ellos.

A ninguno de los tres.

No a Lewis por que en su sueño técnicamente lo había traicionado, no a Oscar por esconder algo tan importante como aquello y no a Pato por que dolería mucho más que los otros dos.

Alguien tocó la puerta de su ventana y Sergio se asustó ¿se había estacionado por mucho tiempo? ¿No había pagado el Parking?

Bajo la ventana con lentitud, esperando no ser llevado por la policía o algo así.
¡Se iría a la cárcel en pijama!

Pero la radiante sonrisa del padre de Lewis estaba ahí.

-vi el coche y pensé !es el de mi hijo¡ así que me acerque para saludar- le dijo.

Sergio le sonrió sin saber que más decir.

-¿pasó algo? ¿Ustedes pelearon? ¿Quieres que me encargue de la situación?- pregunto Toto con amabilidad.

Sergio negó a cada pregunta.
El castaño también amaba a su futuro suegro, por que no importaba que se ponía de su lado.

Lewis se quejaba de que confabulaban en su contra.
O que simplemente Sergio se pusiera su apellido (algo que estaba por pasar, por que al casarse tomaría el apellido de Hamilton).

-estamos bien, ya sabe que Lewis es todo un caballero- ambos sonrieron por la referencia a su título.
-Bueno soñé que me decía que no... pero es un sueño... solo tenemos invitados en casa y salí a dar un paseo- termino con nerviosismo.
Tampoco podía decir algo malo por un simple sueño.

-¿saliste en pijama?- Sergio se sonrojó y trato de cubrirse más con la bata.
El y sus estupidas pijamas de seda.
Técnicamente el culpable de todo era Lewis, se recordó.

-ya sabe, cuando hay invitados no deseados uno no piensa solo huye- Toto le dio la razón.

-deberías de dejar de ser tan amable y correr a todos a la ching...- su consejo fue interrumpido por el gruñido del estómago hambriento de su futuro yerno.
-¿que tal si manejas ese carro a mi casa? Después de todo ya te sabes la dirección- con los colores arriba Checo asintió y puso el carro en marcha.
Siguiendo a su futuro suegro.

Estacionó el carro en el espacio que estaba disponible y bajo.
Toto siendo tan educado como Lewis, le ofreció su saco nada más bajar.

-¿cómo llevas los preparativos para la boda?- le preguntó una vez estaba servida la comida.
Checo con la confianza a flor de piel devoro su plato.

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