Capítulo 42: A medias

454 38 15
                                    

— Luisa. — susurró mientras entreabría la puerta. — ¿Estás despierta?

— Sí, ¿qué pasa? — se incorporó.

Amelia terminó de abrir y entró a la habitación.

— Que... no puedo conciliar el sueño. Es cerrar los ojos y que me venga la imagen de Hugo encima de mí y...

— Tranquila, ¿quieres que te prepare una infusión?

Joder, ya parezco Virginia.

— No, déjalo... perdón por molestar, será mejor que me vaya.

— Amelia, espera. — la morena volvió a girarse y cruzaron las miradas. — Que puedes quedarte a dormir, no me importa.

Más que importarle le aterraba, la verdad, pero era mejor que al menos una de las dos descansara.

— ¿De verdad?

— De verdad. — mintió.

— Gracias. — murmuró. — Te prometo que ni vas a notar que estoy.

— Me conformo con que no se te escape ninguna patada.

— Oye, que yo no pego patadas. — dijo mientras se metía entre las sábanas.

— ¿Que no? Bueno... — Amelia rio y le dio un pequeño empujón. A Luisa se le formó una sonrisa. — Al menos te he hecho reír.

Amelia negó sonriente.

— No sé cómo lo haces pero siempre lo consigues.

— Supongo que será un talento natural.

— ¿Hay algo que se te dé mal?

— Mmmm... cantar, por ejemplo.

— Así que si necesito que llueva solo tengo que avisarte.

— Habría que escucharte a ti, guapa.

— Pues igual te llevarías una sorpresa. — dijo presumida.

— No me digas que cantas.

— Y también bailo en mis ratos libres.

Luisa la miró sorprendida.

— Te estás quedando conmigo, ¿no?

— Que no, que de pequeña me apuntaron a una academia.

— ¿Y por qué preferiste periodismo?

— Por vocación y por no darle un disgusto a mi padre. — bromeó. — Además, ¿qué habría pintado yo ahí?

— ¿Qué quieres decir?

— Que el mundo del artisteo está lleno de mujeres espectaculares.

— Pues como tú. — Amelia la miró. — ¿Qué?

— ¿De verdad piensas que soy una mujer espectacular?

— Amelia, por favor. — sonó hasta ofendida porque lo hubiera puesto en duda. — ¿Tú te has visto?

— Todos los días.

— Entonces deberías ver que eres guapísima, inteligente, buena persona...

Amelia sonrió y los ojos se le fueron solos hasta sus labios. ¿Era una locura besarla?

— Eh... — Luisa se dio cuenta. — En resumen, que eres maravillosa y estoy segura de que podrías dedicarte a lo que te propusieras. — concluyó nerviosa, desviando el tema a lo profesional para que no se malinterpretaran sus palabras.

House of cardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora