Se apoyó en la fachada del hostal, apurando su primer cigarro de la mañana mientras esperaba a que su compañera asomara por su portal. Habían quedado para ir juntas en el metro aunque esa mañana no se bajaban en la misma parada. La morena tenía que combinar el trabajo con las clases y ese era precisamente uno de esos días en los que le coincidían ambas ocupaciones, por lo que no se pasaría por la redacción hasta la tarde.
Era algo con lo que Luisa ya contaba aunque suponía perder un tiempo que consideraba más que valioso y por eso se había ofrecido a hacer horas extras para coincidir con Amelia. No le importaba hacer doble turno si con ello conseguía avanzar en su propósito y además no era tan descabellado que una recién llegada como ella quisiera sacarse un sobresueldo.
- Buenos días.
- Buenos días - le dedicó una sonrisa. - Pensaba que bajarías más tarde, aún es temprano.
- Te he visto por mi ventana y he salido para hacerte compañía.
- Vaya, gracias - rio. - ¿y cuál es tu ventana?
- Esa de allí - la señaló.
- Pues mañana asómate y así te saludo - dijo divertida y le dio otra calada al cigarro. - ¿Quieres uno? - le enseñó la cajetilla de tabaco.
- No, gracias.
- ¿No fumas?
- De vez en cuando, pero estamos delante de mi casa y no creo que sea oportuno.
- Ah, entiendo - se la guardó de nuevo. - ¿Y cómo llevas las clases?
- Bien, pero deseando acabarlas ya.
- Debe ser complicado compaginarlas con la redacción.
- Un poco - reconoció. - También depende de la asignatura que me toque ese día.
- ¿Hoy cuál tienes?
- Legislación de prensa.
- Uf, esa era aburridísima - volvió a fumar.
- Sí que lo es, sí - rio.
- Si necesitas ayuda con alguna, no tienes más que pedírmelo. Aquí donde me ves saqué hasta matrículas de honor.
- Gracias - respondió sorprendida.
- Al fin y al cabo estamos para ayudarnos, ¿no? - la miró y Amelia asintió. - ¿Por qué pones esa cara?
- Nada, que no me esperaba el ofrecimiento.
- ¿Por qué?
- Porque eres mi superior.
- Eso da igual. Para mí eres una compañera y me gustaría que me vieras de la misma forma.
- Lo intentaré.
- Con intentarlo no vale, tienes que hacerlo. Es una orden. - bromeó y Amelia no pudo evitar reír. - Oye, ¿te apetece que vayamos a comer luego?
- ¿Tú y yo?
- Claro, así nos vamos conociendo. - levantó una ceja.
Amelia le mantuvo la mirada y sonrió ligeramente.
- Si te digo que no, ¿le hablarás mal de mí a Carvajal? - alzó también la suya a modo de contraataque y Luisa soltó una carcajada.
- Si me dices que no, no habrá represalias aunque lo volveré a intentar hasta que me digas que sí - confesó llevándose el cigarro a la boca.
- ¿Ah sí?
Luisa asintió y expulsó el humo.
- Siempre acabo consiguiendo lo que quiero.