13. Culpa

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Zee sentía que su cuerpo pesaba, su garganta aún no podía emitir ningún sonido desde las últimas palabras que pronunció la noche anterior. Todo en él se sentía como si lo hubiera arrollado un auto. Con mucho esfuerzo logró ponerse de pie y vestirse para ir a trabajar.

Al abrir la puerta de su habitación quedó mirando por unos segundos la habitación de Nunew. El llanto del muchacho la noche anterior aún seguía haciendo eco en su cabeza.

Zee prefirió hacer a un lado los sucesos de la pasada noche. Sin decir una palabra se retiró del departamento.

Quizás lo mejor era ignorar lo que sucedió y simplemente actuar como si nada hubiera ocurrido. Quizás era lo mejor para él. Quizás así aún tendría la oportunidad de levantar sus muros y encerrarse nuevamente en esa fortaleza que él mismo creó.

Después de largas horas de estar llorando, Nunew finalmente cayó dormido en la misma posición que Zee lo había dejado. Al despertar y notar las enormes marcas en sus brazos, volvió a romper en llanto recordando cada instante de lo sucedido.

Su alma estaba desgarrada. Todo en lo que creía o confiaba ahora no valían nada.

Casi arrastrando su cuerpo se dirigió al baño para darse la ducha más larga de toda su vida. Todo lo que quería era borrar esa nauseabunda sensación que Zee había dejado en su cuerpo. Aunque su esposo no logró terminar su trabajo aún así Nunew se sentía sucio. Nunca en su vida pensó tener que pasar por algo así. Extrañó su casa, su abuelo, sus amigos, su vida pasada con tantas ganas que no le importó volver a derramar lágrimas mientras el agua caliente seguía cayendo sobre su piel.









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Zee llegó a su y a diferencia de otros días solo pasó de largo sin detenerse a observar a sus empleados como siempre hacía. Estaba demasiado inmerso en sus propios pensamientos como para importarle la gente alrededor.

- Buenos días Sr. Panich su agenda de....- la secretaria de Zee se quedó de pie hablando con el aire después que Zee pasara de largo y cerrara de un portazo la puerta de su oficina.

Nada estaba bien ahora y Zee lo sabía. Tenía tantas ganas de gritar, tantas ganas de seguir luchando con lo que estaba creciendo dentro de él pero simplemente no podía. O no quería.

The beastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora