11. Segunda oportunidad

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Nunew abrió los ojos solo para llevarse un gran susto al ver a Zee a su lado con el rostro completamente cubierto de sangre.

– ¡Señor Zee! Señor Zee – el asustado muchacho empezó a sacudir el brazo de su esposo.

Zee no reaccionaba. Cuando subieron al auto, la furia de Zee era tal que pasó por alto el uso del cinturón de seguridad.

– Señor Zee, por favor, despierte – Nunew lloraba aún más. ¿Qué se supone que iba hacer en medio de la nada, completamente solo en un lugar más oscuro que la noche?

Su mente quedó en blanco. Jamás en su vida se imaginó pasar por una situación así. Nunew tiró nuevamente del brazo de su esposo y éste cayó de lado sobre su regazo. El susto del muchacho fue más al ver los rastros de sangre que empapaba su pantalón.

-Dios mío qué hago. - Nunew empezó a temblar. Su respiración se hacía más agitada.

A pesar de estar aterrado, Nunew sabía que Zee necesitaba atención médica con urgencia. Sin pensarlo tomó el pañuelo de su saco y empezó a limpiar el rostro de su desfalleciente esposo. Al notar que los chorros de sangre seguían brotando, tomó un pedazo de tela que encontró en el auto y lo ató como pudo en el lugar herido.

El muchacho miró a su alrededor. Nada, solo oscuridad. Buscó en el auto hasta encontrar una pequeña linterna y luego revisó los bolsillos de Zee hasta encontrar su teléfono celular. No había señal ya que se encontraban en medio de la carretera cuando el auto perdió el control.

Zee necesitaba ir a un hospital, su cabeza seguía sangrando. Nunew decidió salir del auto y sacar a Zee con él. Con mucho esfuerzo, logró sacar a su esposo y colocarlo en el suelo.

De pronto recordó que habían caído barranco abajo, así que lo único que tenía que hacer era subir de largo y se encontraría nuevamente con la carretera, ¿cierto?

Cuándo estuvo a punto de dar su primer paso en busca de ayuda, oyó a Zee quejarse desde el lugar donde lo había recostado.

– Señor Zee, esté tranquilo, voy por ayuda – logró decir el muchacho quién se encontraba sollozando muerto del miedo.

Zee volvió a quejarse aún inconsciente.

Nunew no tuvo corazón para dejarlo ahí solo por lo que decidió llevarlo consigo. Con mucho esfuerzo y usando toda la fuerza que había dentro de él, Nunew arrastró a Zee barranco arriba teniendo cuidado de no herirlo aún más en el camino.

Zee era muy pesado para las pocas fuerzas del muchacho. A Nunew le tomó más de una hora encontrar nuevamente la carretera.

Casi desfalleciente por el esfuerzo de arrastrar a su esposo hasta la carretera, Nunew empezó a escanear el lugar en búsqueda de alguna señal que le indicara que un auto venía en camino. Pero nada. La carretera estaba ahora muy silenciosa.

Nunew empezó a orar silenciosamente por que alguien apareciera. Zee se veía muy mal y él estaba apunto de sufrir un ataque de nervios. Repentinamente una luz golpeó contra su rostro. Nunew no lo pensó dos veces para correr delante del auto y suplicar por ayuda.

– ¡Por favor ayúdeme! – el muchacho cayó de rodillas de lado del conductor del auto que paró unos metros más allá de donde se encontraba.

– ¿Qué sucede chico?, ¿estás bien? – interrogó el conductor

– El señor Zee, necesita ayuda, tengo que llevarlo al hospital – continuaba llorando Nunew.

– ¿Quién? – el conductor salió de su auto y miró el cuerpo desfalleciente de Zee dejado a unos metros de distancia de donde estaba estacionado.

The beastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora