22. Frías Vacaciones Parte I

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– ¡Wow esto es increíble! – exclamó el muchacho al ver las hermosas montañas de nieve a su alrededor.

– Te dije que te gustaría. – rió el hombre de cabello cano, acariciando amorosamente el cabello del menor.

– ¡Gracias! ¡Eres el mejor! – el muchacho abrazó al maduro hombre con todas sus fuerzas.

– Siempre sé lo que es lo mejor para mi muchacho, nunca lo dudes – aseguró el hombre.

Y luego se desvaneció.

– ¿Abuelo? Abuelo. – llamó Nunew en la oscuridad. No sabía en qué momento todo se tornó tan oscuro, las montañas de nieve a su alrededor no existían más, sólo la oscuridad.

– ¡Abuelooooooooo!! ¿¿Abuelo, dónde estás?! – llamaba Nunew desesperadamente – A¡buelo no me dejes! ¡No me dejes! – continuaba llamando mientras las lágrimas caían por su rostro.

Y de repente la luz. La sala de un hospital y un hombre vistiendo bata blanca, llevando una expresión lúgubre.

– Abuelo ¡NOOOOOOOOOO! ¡No me dejes abuelo!!

Y una enorme caja de madera descendiendo lentamente mientras la tierra la iba cubriendo.

– ¡Abuelo no me dejes solo! ¡Abuelooooo!! No me dejes solo! No me dejes!

– ¡ABUELO!! – Nunew abrió los ojos, sentándose en la cama con la respiración agitada y un sudor frío corriendo por su frente.

– ¿Qué pasó? ¿Nunew, estás bien? – oyó la voz conocida y alarmada de su esposo a su lado.

– ¿Qué hace usted aquí?! ¡Suélteme!! – Nunew luchó por liberarse al notar a Zee rodeándolo con sus brazos y el rostro asustado.

– No te voy a hacer nada, tranquilo, cálmate, fue sólo una pesadilla – consolaba Zee luchando por retener a su esposo entre sus brazos.

Nunew empezó a derramar lágrimas, recordando pequeños fragmentos del sueño que acababa de tener. Zee lo sostenía firmemente, acariciándole la espalda suavemente.

– ¿Por qué está aquí? – cuestionó Nunew entre sollozos, rindiéndose en su lucha por liberarse de su esposo.

Era más de medianoche y más que la pesadilla que acababa de tener, a Nunew le extrañaba la presencia de su esposo a altas horas de la madrugada. Nunew recordaba perfectamente haber puesto el seguro de su habitación antes de irse a dormir, como todas las noches.

– Lo siento, sólo quería ver si estabas bien y me quedé dormido sin darme cuenta – respondió Zee con voz suave.

– Váyase. - susurró Nunew tratando nuevamente de soltarse de Zee.

– No, no hasta que estés bien – respondió Zee un poco dolido. ¿Ni aún en este tipo de situaciones Nunew prefería la compañía de su esposo?

– Ya estoy bien, váyase – Nunew logró soltarse unos centímetros; lo suficiente para mirar a los ojos de su esposo, tratando de afirmarle sus palabras

– Te traeré algo de agua – Zee dejó ir al muchacho, saliendo en dirección a la cocina.

Cuando Zee regresó a la habitación, Nunew ya estaba dormido nuevamente abrazando su gatito de felpa.

Al siguiente día.

– ¿Estás bien? No has comido nada – cuestionó Nat observando al muchacho, con rostro serio

– No tengo hambre – respondió Nunew mirando el plato de comida frente a él

Zee dio una mirada a su esposo y luego al ama de llaves, indicándole con la mirada que sólo por esa vez, dejara que Nunew escapara del desayuno.

The beastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora