8. If walls could talk

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Louis voltea hacia la pared, considerando muy seriamente lanzar ese maldito reloj por la ventana del edificio.

Estaba nervioso.

Muy nervioso.

Ni siquiera podía compararlo a aquellas pocas veces en las que ha enfrentado al nerviosismo que le produce encarar a los escenarios. No, no podía. Era un tipo de nerviosismo diferente, y, mientras una de las estilistas lidiaba con su rebelde cabello, resuelve que era porque al menos en los escenarios sabe que obtendrá un consuelo.

Pero no aquí. No cuando no habrá música. No música, no escape, no escape... Louis tiene que enfrentarse a su primera entrevista en vivo y tratar de no salir corriendo de vuelta a Londres. Sencillo, ¿No?

Nada ha podido calmarlo. Ni la cajetilla de cigarros que ya se fumó en un plazo de tiempo demasiado corto, ni lo que fuera ese licor extremadamente dorado que Niall le dio.

¿Ejercicios de respiración? Definitivamente no

¿Leer un libro? Tampoco

¿Ver una película? Louis ni siquiera había llegado a la mitad.

—¿Qué opinas de esta? — una de las estilistas le muestra una chaqueta negra con transparencias en las mangas. Louis ni siquiera tiene cabeza para pensar en la ropa que debe de utilizar, así que asiente sin problema. No lo que usaría en un día cualquiera, pero servirá — Perfecto. Iremos por los skynny jeans, ¿Está bien?

Louis asiente nuevamente.

Los estilistas trabajan con su cabello y le aplican maquillaje, repitiéndole bastantes veces que es muy fácil trabajar con él. Louis, obviamente, lo atribuye a qué en realidad está más quieto que un maniquí. Algo estúpido como, tal vez si no me muevo demasiado... Esto no tiene que pasar.

Pero por supuesto que tiene qué. Es eso o que Louis, por el momento, no ha desarrollado la capacidad de detener el tiempo si es que no se mueve. Pero como sea, jura que quiere aferrarse a la chica de la chaqueta linda y el cabello rosa cuando está le dice que han terminado y que lo dejarán solo por unos minutos.

Puede fingir enfermarse y vomitar cómo en la escuela, un poco de lágrimas falsas y pretender sentirse mareado podrían ser suficientes como para...

—¿Louis? — alguien llama detrás de la puerta de su camerino. Louis reconoce esa voz al instante. — ¿Puedo pasar?

No es que el baterista espere por una respuesta para asomarse al interior con una expresión inocente.

—Supuse que estarías nervioso — le dice, recargándose contra la puerta después de cerrarla.

Louis ladea su cabeza, inclinándose sobre el tocador blanco y con un gran espejo para ver al rizado por el reflejo de este. Harry está bien vestido, no una novedad realmente, pero algo siempre agradable de ver. El baterista es una explosión de colores con ese cárdigan a comparación de la chaqueta negra y transparente de Louis.

—Esa es una suposición bastante inteligente, cariño— contesta con una risa sarcástica.

Harry sonríe, lento y medido, como un maldito gato travieso. Louis lo mira curiosidad, tratando de descifrar que es lo que trama el baterista.

—También creí que necesitarías un poco de ayuda.

Entiende el tono más que travieso de Harry cuando en su silencio puede escuchar como el pestillo de la puerta se desliza.

Harry se está acercando a él para cuando se da la vuelta. Y para cuando Louis quiere preguntar, demasiado interesado en el rizado para ser sincero, por su plan, Harry ya se está lanzando a sus labios. Harry está tirando de su chaqueta, Louis le responde jalando su cabello, se aferran el uno al otro con fuerza, tratando de ceder a todo aquello que ese beso les exige.

I Do It For The GloryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora