20. Why why why

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Sus dedos recorrían las cuerdas casi por inercia, tratando de seguir el ritmo de la canción que habían tocado mil veces antes, pero... cada vez que cerraba los ojos, sentía que el mundo se movía un poco más de lo normal

¿Era un poco exagerado decir que se estaba muriendo?

¿Y si se iba a enfermar y esa era en realidad la razón de todo su cansancio? Louis no podía permitirse contraer una gripa antes de su primer concierto en el continente. Mierda, ¿debía decirle a los demás que su cabeza se sentía como si fuera a explotar en cualquier momento, o el cómo siquiera pensar en comida lo hacía querer vomitar por el momento?

No. Louis podía controlarlo. No era tan grave el sentir que se desmayaría con cada paso que diera, ¿No?

Era el cansancio. Tenía que ser.

El problema que tenía era el cómo ocultarlo. Su piel se veía pálida y sudorosa, las ojeras bajo sus ojos estaban mucho más marcadas de lo normal para él, y, estaba seguro, su dificultad para concentrarse podría llegar a ser un poco obvia. No era su culpa, o se concentraba en la nueva coreografía del escenario, o se concentraba en no caer de este porque todo le daba vueltas.

Estaba medio funcional, no podían pedirle demasiado.

—Louis.

Ni siquiera recuerda la última vez que se enfermó. De lo que fuera, en general, Louis no era de los que solía enfermarse. Para su buena suerte, claro, ¿Por qué? Pues... Louis odiaba, demasiado, a los doctores. Bueno, nada en contra de los doctores, más bien, los hospitales eran el problema. No le gustaban, punto. Podría incluso decir que prefería esperar hasta estar al borde de la muerte para ir y poner un pie en un hospital.

—Lou, ¿Estás bien?

Joder, solo quiere irse a la cama.

Su suave y cómoda cama. Dios, cuánto la extrañaba. Aunque si lo pensaba, en su estado, cualquier cama le serviría. Un lugar medianamente cómodo o acolchado sería suficiente como para que Louis se dejará desvanecer del mundo por las siguientes diez horas.

—¡Lou! — Louis parpadea, regresando de su distracción con un sobresalto.

—¿eh? — sacude su cabeza ligeramente, tratando de traer su mente otra vez a la tierra — ¿Dijiste algo, Harry?

Harry frunce el ceño, observando más de cerca al baterista.

—Te pregunté si estás bien, te ves un poco...

—Solo estoy cansado — Louis interrumpe, fingiendo una sonrisa — No tienes que preocuparte, Harold.

—¿Estás seguro?

La voz de Harry es dulce, pero firme. Sus ojos están entrecerrados y su postura denota preocupación, obviamente, el baterista no le cree.

Louis evita la mirada de Harry, se encoge de hombros y finge ajustar una cuerda de su guitarra que claramente no necesita ser ajustada.

—Muy, muy, seguro — insiste.

—¿Por qué no te tomas un pequeño descanso entonces? — sugiere el rizado, estirando una de sus manos para quitarle su guitarra. Louis no lo deja, aun cuando Harry tiene esos malditos ojos de cachorro — Una siesta te ayuda, Lou.

Louis se muerde el labio, claramente luchando consigo mismo. Odia preocupar a los demás, especialmente a Harry.

—Estoy bien, Harry. En serio.

—No, no lo estás —Harry sacude la cabeza, sin apartar la mirada de Louis —No puedes engañarme.

no va a poder salir de esta tan fácilmente. Lo conoce demasiado, Harry es terco, y cuando se preocupa, no deja de insistir.

I Do It For The GloryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora