18. We can't be friends (wait for your love)

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Unos brazos envuelven su cintura. Lo aseguran a la cama, buscan darle protección... Y Harry odia lo culpable que aún se siente. ¿Qué está mal con él?

Tiene a un hombre atractivo apretándolo contra su pecho después de pasar una gran noche en una fiesta. Está soltero, tiene derecho a divertirse. La cosa es que no lo hace, es más, se siente casi infiel.

Supone que es la parte jodida de pertenecerle, o creer que lo haces, a alguien que jamás te ha reclamado, ¿No?

Aunque suene primitivo. Él se había entregado a Louis. Más bien, su corazón se había entregado sin su consentimiento y sin preguntarle a su parte racional. Su razonamiento no había podido detenerlo del todo aun cuando lo había intentado. O al menos, eso es lo que parecía.

Además, si es que toda su carrera se la había pasado huyendo de esos estereotipos de estrella borracha y que se acuesta con cualquier persona en una fiesta y luego los desecha, estás semanas, está seguro, se había ganado el papel.

El chico que se recuesta junto a él, sin estar alerta de que está a nada de ser echado, solo lo comprueba.

¿Esto era lo que el amor había hecho de él?

Harry se escabulle de la cama, levantando uno de los brazos del chico con cuidado y sigilo, haciendo una mueca cuando esté parece estar a punto de despertar, y se para a los pies de la cama, cruzando sus brazos y observando a la persona que duerme en su cama antes de que con un suspiro se encoja de hombros y salga de la habitación.

Se dirige a la cocina, pensando en buscar una Aspirina. Lo que sea que le ayude para deshacerse del dolor de cabeza que presiona la parte trasera de su nuca de manera constante. La luz le molesta, está seguro que cualquier ruido demasiado fuerte también lo molestará. Sus ojos están entrecerrados todo el camino por pasillo, al igual que su ceño fruncido, sabe que parece un gruñón. Con el cabello revuelto, un puchero, ojeras, todo el paquete completo.

—¿Otro más? — escucha, por lo que dirige su mirada a la mesa de madera que está cerca del gran ventanal.

La luz mañanera que atraviesa las cortinas blancas es, como dijo, sumamente molesta, por lo que gruñe mientras que con una de sus manos trata de cubrir su vista lo más que puede.

—¿Ah?

Dylan está sentado en una de las cuatro sillas, sin camiseta y solo en pantalones de pijamas, sonriendo tras la taza de café que sostiene en sus manos.

—Es el tercer chico con el que llegas esta semana, Harry — el rizado le da la espalda para acercarse a la cocina, buscar una taza, y servirse algo de café — Has estado divirtiéndote.

Harry busca algo de leche en el refrigerador, aun cuando probablemente lo necesite, nunca le ha gustado el café negro.

—Mi vida sexual no es tu problema — responde, cerrando la puerta del refrigerador con un golpe de cadera — Aun cuando formes parte de ella por unas semanas.

—No tengo problema con lo que hagas con tu sexualidad.

—¿Entonces?

—Es más bien... — Harry arrastra la silla para poder sentarse frente a Dylan, sin despegar su mirada del modelo — Estamos hablando de mi departamento, creo que en ese contexto sí que me importa un poco.

Se siente un poco apenado, ¿Okay?

Sí, el chico tenía razón. Era la verdad, era su espacio. Harry estaba invadiéndolo y debía de respetarlo.

—Lamento si te incomode — acepta, bajando la cabeza — Puedo buscar otro lugar para quedarme.

Dylan sacude la cabeza.

I Do It For The GloryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora