Capítulo 8 - Miradas

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Hoy, finalmente, volvía a trabajar. Amelia y Sara se estaban quedando en mi casa ya que tenía habitaciones de sobra, pero aun no me habían querido decir el por que de su visita inesperada. Hablé con mi padre ayer para preguntarle si le importaba que me llevara a las dos chicas conmigo al entreno, y el, como ya suponía, me dijo que no era un problema.

Faltaba una hora para que saliéramos de casa, y, como buenas mujeres que somos, estábamos dejando la casa patas arriba.

- ¡Clara! - me gritó Amelia desde el baño - ¡¿Se puede saber donde narices tienes la plancha de pelo?!

- ¡Mira en el segundo cajón! - le respondí - ¿Se puede saber porque te estas arreglando como si fuéramos a un desfile? Te recuerdo que es solo un entreno

Amelia salió del baño y Sara y yo estallamos a carcajadas. Llevaba dos toallas, una envuelta alrededor del cuerpo y otra en el pelo, y en la cara tenía tres mascarillas diferentes. Amelia espero a que dejáramos de reír con cara seria para hablar 

- Te recuerdo cariño - me respondió mirándome - que aunque tu ya hayas encontrado a tu futbolista portugués, nosotras dos aún seguimos en busca de nuestros futuros maridos millonarios

Se me formó una sonrisita tonta en los labios cuando la oí mencionar al portugués. Lo echaba mucho de menos. Desde que vino a mi casa no hicimos nada más que intercambiar un par de mensajes, y yo me moría de ganas de volver a ver esos ojazos y su preciosa sonrisa. La voz de Sara discutiendo con Amelia me sacó de mis pensamientos

- Eh - interrumpió Sara - ¿Quién ha dicho que yo quiera salir con un futbolista?

- Sara, no te engañes, todo el mundo quiere salir con un futbolista

Dejé que las dos se pelearan por quienes iban a ser sus futuros maridos mientras yo iba hacia la cocina a comer algo. Me encantaba tener a estas dos chicas en casa, me daban vida, y no había ni un solo minuto en el que no me estuviera riendo con ellas, además, lo que más me gustaba eran los consejos que me daban acerca de João, porque a pesar de que siempre había tenido los consejos de Pedri y Pablo, no era lo mismo, las chicas entendían mejor mi situación.

Por fin se habían acabado de arreglar y ya salíamos dirección al entreno. Las dos estaban preciosas. Le di mi móvil a Amelia, quien escogía la música, y las tres nos montamos un buen karaoke. Cuando por fin llegamos, supe que jamás podría volver a venir a los entrenos sin mis chicas favoritas.

Entramos y Amelia y Sara alucinaron con las instalaciones. La primera no paraba de hacerme preguntas sobre todo, y las segunda simplemente se dedicaba a admirar cada detalle. Hoy, no me tocaba nada más que grabar la entrada de los chicos al entreno, y después de eso, podríamos sentarnos las tres a comentar absolutamente todo.

Llegamos al campo y yo les indiqué a las chicas que se sentaran en las gradas mientras me dirigía a la salida de los vestuarios. Los chicos empezaron a salir y yo los grabé a todos, Pedro y Pablo me dedicaron una sonrisita a modo de bienvenida, y cuando por fin salió João, apareció el miedo a que me volviera a hacer lo mismo que la última vez, pero no. Al salir hizo contacto visual conmigo y, mientras yo me sumergía en sus ojos, que ya eran mis favoritos, me dedicó la sonrisa más bonita del mundo para después entrar al césped.

Me quedé medio trastocada y, con la sonrisa de boba que me era imposible no tener en mi cara, subí a las gradas con mis chicas.

- ¡No me lo puedo creer! ¿Has visto como te ha mirado? ¿Y como te ha sonreído? ¡Por favor, no sé como sigues viva! - gritó Amelia causando mi risa

Yo tampoco se como sigo viva, este portugués se esfuerza día a día para acabar conmigo.

Nos pusimos las tres a cotillear como buenas marujas que somos. Los chicos en ese momento estaban  haciendo la charla de antes del partido, por lo que todos estaban de cara a nosotras y nos permitían comentar muy pero que muy bien. Pedro y Pablo no paraban de mirar a mis amigas y tuve la sensación de que ellas tampoco les quitaban los ojos de encima. Si consigo que mis dos mejores amigas acaben con mis mejores amigos voy a ser la chica más feliz del mundo. Estaba ensimismada en mis pensamientos hasta que oí a Sara susurrar en mi oído

Is it worth it? - João FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora