II

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Solté un suspiro de alivio en cuanto aquel chaval llegó al clímax y apartó su mano de mi cuello, dejándome respirar por fin.

Después de aquello no me dijo nada más y tras vestirse y dejar dinero sobre la cama, se marchó.

Miré el techo y solté un suspiro.

Después fui a la ducha y al salir recogí el dinero y salí de la habitación para caminar por aquel pasillo.

Fui hasta un despacho y tras tocar a la puerta, abrí.

Mi jefe me miró y entonces dejó de escribir.

– ¿Qué me toca hoy?– dije dejando el dinero sobre su mesa.

– Hoy vas a estar tras la barra, va a haber mucho jaleo.– murmuró cogiendo el dinero, contándolo y guardando una parte, dándome la otra y agarrando una cajetilla de tabaco y la abría.– ¿Quieres?

Asentí. Lo necesitaba.

Me pasó un cigarro y tras encendérmelo salí de allí para ir hasta una pequeña azotea.

Me asomé mientras terminaba de darle una calada al cigarro y entonces miré a mi alrededor.

Después volví a la habitación y tras vestirme, salí de allí para ir a la barra.

Mi compañera, Fabiola me dio una pequeña sonrisa y yo imité el gesto.

Fabiola y yo nos conocimos el mismo día que llegué.

Fue ella la que me dio el papel del contrato, y la que me ha escuchado desde entonces.

– Nena te noto muy apagada últimamente. ¿Qué pasa?– preguntó mientras metía las bolsas del hielo en los congeladores que había a mi lado.

– Nada. Simplemente estoy cansada.

– ¿No vas a coger vacaciones de Navidad?– preguntó.

– No lo sé Fab, no tengo a donde ir.– dije.

Me miró y tras acariciar mi pelo cómo hacía siempre, se fue para cargar las botellas de alcohol.

La seguí para ayudarla y entonces, cuando el pub abrió sus puertas, vi a la gente entrar.

Durante toda la noche me dediqué a hacer cubatas, cobrar y ya.

"Sugar Mami" sonaba por los altavoces.

"Te vas y me pongo pa' mí
Sugar mami, to' los días party
No me quisiste, te olvido fácil
To'as mis bitches montadas en Bugatti"

Fabiola cada vez que podía me hablaba de un chico con el que hablaba cuando venía.

Siendo sincera enamorarse teniendo esta profesión no era lo más adecuado.

Entonces Fabiola se acercó a mí y me dio un empujón.

– Mira que grupo de buenorros tía.

Me giré y entonces me encontré con el chico de la última vez.

Los llevaban a un reservado.

– Joder, esos tienen pasta.– murmuró Fab.

– A trabajar, Fab.– espeté.

Estuve sirviendo más copas hasta que sentí a alguien parado frente a mí.

Era él.

– Me alegra verte hoy aquí. Y vestida.

Sonreí.

– Este lado mola más que el otro.– dije sonriendo.– ¿Qué vas a tomar?

– Fanta de naranja.– murmuró.

𝐓𝐎𝐘𝐆𝐈𝐑𝐋 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora