Narra Gavi
Conseguí que Lia saliese de la barra y salimos a la puerta.
– ¿Tienes idea del susto que me había llevado al no encontrarte en casa?– espeté.– Te he buscado por todos lados, y era el sitio en el que menos esperaba que estuvieras.
– Lo siento, mi padre empezó a hablar de ti y me entró el pánico.– murmuró.– Creo que es lo mejor.
– Lo mejor ¿para quién? Él está usando el chantaje emocional para dejarte sola el día del juicio Lia amor mío.– dije.– No pienso dejar que me eches de tu vida, así que ya estás recogiendo tus cosas y volviendo a casa, conmigo.
– No puedo irme de nuevo.
– ¿Por qué?– pregunté.
– Me ha pegado por haber desparecido.
Sentí como toda la rabia subía en estado de ebullición por todo mi cuerpo y dejándome guiar por ella, me adentré en el pub de nuevo seguido por Lia, entonces me metí por el pasillo de la última vez y tras ir abriendo puerta por puerta, encontré a un hombre sentado delante de un escritorio.
Lia llegó hasta mí e intentó agarrar mi mano, pero antes de que lo hiciera me abalancé contra aquel hombre y le asesté un puñetazo, haciéndolo caer de la silla en la que estaba sentado, me puse sobre él y empecé a pegarle puñetazos.
– ¡¿TE GUSTA?! ¡¿TE SIENTES BIEN HACIÉNDOLE ESTO A LAS MUJERES, HIJO DE PUTA?!
– ¡Pablo por dios!– chilló Lia.
Iba a darle el último puño cuando Lia chilló de nuevo haciendo que me detuviese.
El hombre me miró con la nariz ensangrentada y el labio igual.
Me levanté y entonces lo miré desde arriba.
– Siéntete miserable con tu vida, pero no le pongas una mano encima a ninguna mujer más, porque te prometo que la próxima vez no voy a detenerme.– espeté.
Lia agarró mis manos y salimos de allí. Me llevó hasta su habitación y entonces me sentó en la cama.
– Lo siento Lia.
– No vuelvas a hacer eso delante de mí, por favor.– rogó.
– Te prometo que será la última vez.
La vi acercarse a un maletín de primeros auxilios y lo abrió sacando algodón y betadine.
Se sentó frente a mí en una silla y entonces abrió el bote de betadine para dejar caer un poco en el algodón. Después lo puso sobre mis nudillos y cerré los ojos.
– Lo siento.– susurró.
Después pasó a la otra mano y cuando acabó, los tapó con unas vendas. Cerró el maletín y me miró fijamente acariciando mis manos con cuidado.
– Creo que deberíamos irnos.– murmuró.– Habrá llamado a los de seguridad y estarán viniendo para acá para dar contigo.
Asentí y entonces tras acercarse a mí me dio un beso que acepté poniendo una de mis manos en su nuca.
La puerta sonó y entonces me miró fijamente.
– Por la ventana.
– ¿Qué?– solté.
– Hay que saltar por la ventana.– respondió mientras metía sus cosas en una mochila.– Vamos.
La seguí hasta la ventana cuando los golpes volvieron a sucederse y entonces me adelanté y salté para después esperarla abajo.
Al principio se quedó paralizada.
– Voy a cogerte cuando saltes, Lia. Vamos.
Asintió y entonces miró hacia atrás y saltó mientras se escuchaba a gente acercarse a la ventana.
Cuando la agarré salimos a correr escuchando gritos y la agarré de la mano para poder correr juntos.
Después de aquello fuimos hasta mi coche y entramos.
La vi recuperando aire y yo me eché a reír.
– ¿Qué te hace tanta gracia?– preguntó.
– Parecemos fugitivos.– murmuré.
Ella sonrió y entonces arranqué. Estuvimos un rato en carretera y cuando llegamos a mi casa dejé que fuera a darse una ducha mientras yo revisaba el móvil.
Los chicos estaban hablando de que mañana el entrenamiento era por la tarde y suspiré aliviado sabiendo que iba a poder descansar después de esta noche.
Cuando Lia salió del baño entré yo y tras darme una ducha, me vestí y fui a la habitación viéndola sentada sobre la cama.
Me subí a la cama y la miré fijamente.
– ¿Estás bien?– pregunté.
– Sí, gracias por volver a buscarme.– murmuró mirándome.
– Voy a buscarte siempre Lia.
Sonrió y entonces se sentó encima de mí a lo que mis manos instantáneamente se deslizaron sobre sus muslos, acariciándolos con mimo.
– ¿Cómo voy a conseguir ganarle el juicio a mis padres si ni siquiera puedo estar lejos de ti? Mi padre va a querer arruinarte a ti, Gavi.
– Lia, no tengo miedo, ¿quiere venir a verme? Adelante.
La vi sonreír y entonces me abrazó con fuerza y yo acaricié su espalda.
– No vuelvas a irte de esas maneras.– dije.
Ella asintió mirándome con una sonrisa y yo sonreí como un tonto.
– Mañana vamos a buscarte un trabajo digno.– murmuró.
– Creo que es lo mejor, pero no hace falta que vayas si no quieres, puedo ir yo sola.
– No pienso dejarte ir sola, somos un equipo ¿recuerdas?– dije mirándola.
– De acuerdo.– murmuró sonriente.
Después pegó sus labios a los míos y acarició mis mejillas suavemente hasta que deslizó sus manos por mi cuello, nuca y espalda.
La sentía bien cuando estaba con ella. No estaba asustada y le gustaba que la mimara, aunque la verdad es que a mí también me gustaba.
Llevé mis manos a sus piernas y di un pequeño apretón suave mientras sus labios bajaban por mi cuello, mandando corrientes a mi entrepierna.
Yo la agarré y de un movimiento rápido la tumbé con la espalda en el colchón y devoré sus labios de nuevo.
Ella enganchó sus piernas en mi cintura y me arañó suavemente la espalda.
Me aparté de sus labios y la miré fijamente.
– Te quiero.– murmuré.
Ella sonrió y entonces agarró mi cara haciéndome mirarla.
– Te quiero, Pablo.– susurró.
Después la abracé y la sentí juguetear con el pelo de mi nuca.
Tenerla cerca era un castigo divino y no pensaba quejarme jamás.
Era la droga que necesitaba y la adrenalina que buscaba durante años.
No iba a fácil que ella se acostumbrara a vivir libre aunque iba a intentarlo a toda costa.
No pude hablar mucho más con ella, porque entonces se quedó dormida.
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Mucho Gavi últimamente ehh jajsjjsjssj espero que me queráis un poco más estos días ❤️
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𝐓𝐎𝐘𝐆𝐈𝐑𝐋 +18 | Pablo Gavi
Roman pour AdolescentsLia no lleva una vida fácil y por más que quiera negarlo, un chico va a conseguir leerla más de lo que ella cree.