VI

6.1K 308 10
                                    

Apreté las sábanas y entonces el agarre en mis caderas desapareció.

Sentí como se dejaba ir sobre mi espalda y cerré los ojos pidiendo un poco de aire.

Estaba a punto de decir algo, pero entonces la puerta se abrió y al girarme vi a Gavi.

Gavi no se lo pensó dos veces y entonces empujó al chico, quien cayó al suelo.

– ¿De qué vas? Si quieres turno, pídelo.– dijo.

– Lárgate de aquí antes de que te meta la polla para adentro, insensible.– espetó Gavi enfadado.

Yo me di la vuelta y vi a aquel chico empezar a vestirse sin decirme nada y entonces me entraron ganas de llorar.

Me tiró el fajo de billetes en la cama y después salió por aquella puerta.

Yo me metí en la ducha y froté mi cuerpo con una esponja y abundante jabón.

Cuando salí del baño miré a Gavi, quien estaba sentado sobre mi cama.

Sin decirle nada, agarré el dinero y lo llevé hasta el despacho de mi jefe.

Nada más salir me encontré a Gavi en el pasillo y se acercó a mí.

– Sube al coche, Lia.

– ¿Qué?

– He dicho que subas al coche.– murmuró de nuevo.

Lo miré fijamente y entonces lo seguí por el pasillo y salimos del pub.

Fui hasta el coche y me monté abrochándome el cinturón.

Él se montó y arrancó sin decirme nada.

No estaba entendiendo nada.

Llegamos a su casa y en silencio entramos.

– Tienes que dejar ese trabajo.– soltó.

– ¿Qué?

– Deja ese trabajo, Lia.

– No es tan fácil, Gavi.

– ¿Qué no? Y una mierda.– espetó.– No puedo soportar verte así.

– ¿Así cómo?– dije.

– No te veo follar joder, te veo sufrir.– soltó.– No tienes sexo por gusto, sino por obligación.

Abrí la boca pero no me dejó decir nada.

– No sabes lo loco que estoy por poder besarte, pero no puedo. Porque vas a tomártelo como un trabajo más, Lia. Y no. Me niego.

– Gavi yo no tengo otra opción.– admití.

– ¿Cómo?

Agarré una de sus manos y entonces nos sentamos en las escaleras.

– Mi familia me odia y hará todo lo posible por arruinar cualquier cosa que tenga.– dije.

– ¿Qué pasó?

Negué con la cabeza y lo miré.

– Lia, necesito que me cuentes lo que ocurre. No puedo ayudarte si no lo haces.

– Nadie puede ayudarme.

– Lia s-

– Creen que me acosté con uno de los empresarios más importantes de mi padre, lo que hizo que su negocio se hundiera. Me echaron de casa y normalmente suelen enterarse de todo lo que hago. Sinceramente no sé como no saben de tu existencia en mi vida.– murmuré.

– ¿Lo hiciste? ¿Te acostaste con él?– preguntó.

– No. Tenía dieciséis años y le rechacé. Supongo que herí su ego masculino y le fue a mi padre con la historia de "no puedo firmar un contrato con una familia que tiene una hija tan fresca"

Gavi me miró a través de la oscuridad que había en el salón.

– ¿Nunca has intentado hablar con ellos?

– Aquella noche me echaron de mi casa y no he vuelto a saber de ellos. Algunas noches intentaba llamar, pero nadie cogió el teléfono, así que desistí.

– Lia, quédate conmigo aquí.

– No puedo, tengo que trabajar para poder vivir.

Sus manos agarraron las mías y las apretó suavemente.

– No te preocupes por el dinero, por favor.

– Gavi yo no-

– Lia...

– Gavi...

– Voy a contratar un abogado ¿vale? Voy a ayudarte a recuperar tu vida.

– ¿Qué? No no no.

– Lia, merecen saber la verdad, y mereces un "lo siento"

Tragué saliva mirándole.

– Voy a buscar pruebas de que ese hombre fue el que quiso algo contigo y no al revés.

Me eché a reír y entonces acaricié su mejilla.

– Lia, deja ese trabajo. Por favor...

– Tengo contrato hasta dentro de tres semanas.– dije.

– Vale. Tres semanas. Después de esas tres semanas, se acabó.

Fui a decir algo pero entonces acercó sus labios a los míos y me besó.

Su lengua se abrió paso en mi boca y entonces sentí un cosquilleo en mi estómago.

Después se apartó y me miró.

– Este beso sí ha sido verdadero, Lia. Acuérdate de él cuando otros te besen en ese pub.

Se levantó de las escaleras y entonces fue a la cocina.

Yo me quedé allí pensando.

Intentando organizar el caos de mi cabeza y buscando la manera de mantener la calma después de ese beso.

No quería enamorarme.

Y era una de las primeras reglas de mi trabajo, aunque en aquellos momentos todo se estaba viniendo abajo.

No sabía que era lo que estaba haciendo, aunque llegados a este punto y sin nada que perder, no me importaba en absoluto.

Gavi llegó de la habitación rato después, y tras obligarme a cenar algo, estuvimos viendo una película.

Después le ayudé a recoger la cocina mientras escuchábamos algo de música.

"You don't own me
I'm not just one of your many toys
You don't own me
Don't say I can't go with other boys

I don't tell you what to say
I don't tell you what to do
So just let me be myself
That's all I ask of you
I'm young and I love to be young
I'm free and I love to be free
To live my life the way I want
To say and do whatever I please"

No nos dijimos mucho en aquel momento, aunque tampoco era necesario, me sentía cómoda dentro de aquel silencio.

Después de sus insistencias en que me quedase con él, lo obligué a llevarme de vuelta al pub.

Cuando aparcó en la puerta me miró fijamente.

– Prométeme que esto tendrá fin dentro de tres semanas.– pidió.

– Lo prometo.– admití.

Me dio una sonrisa y entonces se acercó a mí de nuevo y volvió a pegar sus labios a los míos y apartándose rápidamente, dejándome con ganas de corresponderle.

– ¿Puedes salir mañana?– preguntó.

Asentí y entonces abrí la puerta.

– Gracias.– susurré.

No sé si me ignoró o no me escuchó decirle aquello último porque entonces revolvió mi pelo.

Esperó a que me bajara del coche y entrara en el pub para marcharse por donde había venido.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Que movida, Matilda 🫠

𝐓𝐎𝐘𝐆𝐈𝐑𝐋 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora