IX

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Narra Gavi

Fermín no dudó en venir conmigo al hospital y nada más llegar nos atendieron enseguida.

No pude ver a Lia hasta unas horas después, así que cuando entré me aseguré de aparentar tranquilidad, aunque era algo que no sentía para nada.

– Hola.– murmuró.

Me acerqué y la miré fijamente.

– ¿Quién fue?– pregunté.

– Me caí.– murmuró.

– ¿Te caíste? Y una mierda Lia.– espeté.– Voy a denunciar ese pub.

– Gavi n-

– No defiendas lo indefendible Lia. Mírate por Dios. Apenas dormías y ahora estás menos pálida gracias a la comida que te doy en casa, joder.

– Nos decían que había que mantener el cuerpo.– balbuceó.

– Una cosa es mantenerte en forma y otra matarte de hambre.– dije.

Tragó saliva y entonces vi varias lagrimas resbalar por su cara.

– Lia, no vas a estar sola, no temas por nada ¿vale?– murmuré.

Ella me miró y entonces agarré sus manos y las besé.

Su abogado no tardó mucho en enterarse y vino tan rápido como pudo.

Entró bajo mi supervisión y entonces le hizo unas cuantas de preguntas a Lia.

– Lia, tu madre se ha puesto en contacto conmigo debido a la denuncia que le hicimos.– murmuró.

Lia entonces se quedó pálida.

No se esperaba aquello, y mucho menos en aquella situación.

– ¿Qué te ha dicho?– preguntó.

– Quiere verte.– murmuró el abogado.

Me acerqué a ella y la miré.

– ¿Quieres verle?– pregunté.

Me miró fijamente y entonces se encogió de hombros.

El abogado y yo nos miramos fijamente y entonces él suspiró.

– Decide cuando quieras. Ya sabes que no estás obligada a verle.– murmuró.

Ella asintió y tras despedirse, nuestro abogado se marchó.

– ¿Cuándo puedo salir de aquí?– preguntó.

– Lia, habías perdido sangre y encima ya arrastrabas heridas de antes.– murmuré.

– No quiero estar aquí.– murmuró.

La puerta se abrió y mi madre entró como un rayo acercándose a nosotros.

Mi hermana entró tras ella y entonces empezó a echarme la bronca de que tendría que haber estado más pendiente y de que debía espabilar.

Ambas estuvieron hablando con Lia, quien aunque no tenía ganas de nada, les hablaba con cariño y respeto en todo momento.

Me daban mucha ternura las tres juntas y sabía que mi hermana y Lia iban a llevarse genial.

Cuando las dos pesadillas de mi vida bajaron a la cafetería me acerqué a Lia quien me miraba con una sonrisa.

– Son un amor.

– Voy a ponerme celoso.– dije sonriendo.

Me miró sonriendo y entonces agarró una de mis manos y la llevó a sus labios.

𝐓𝐎𝐘𝐆𝐈𝐑𝐋 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora