XIX

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Miré a Fermín fijamente y sonreí.

– No te preocupes, al menos nos lo hemos pasado bien.

Él asintió sonriendo y después de despeinarme un poco subió para poder darse una ducha.

Yo esperé a que él saliera del baño y luego me metí dentro.

Cuando bajé nos sentamos en el sofá y nos pusimos a ver una película que estaban echando en un canal de la televisión.

La película empezaba a hacerse pesada y bostecé.

– ¿Quieres irte a dormir?– preguntó.

– No quiero dejarte solo aquí.

– Estaba haciendo tiempo por ti.– murmuró.

Lo miré y sonreí.

– Vale, pues a dormir.– solucioné levantándome del sofá.

Él se echó a reír y yo estiré el brazo para que se levantase con mi ayuda, aunque no se movió.

– Venga arriba.

– Levántame.

Agarré su mano con ambos brazos y tiré haciendo fuerza hacia arriba para intentar levantarle un poco, aunque fue nulo.

– ¡FERMÍN! ¡ARRIBA!

Él solo se reía de mí intento de levantarle, así que me tiró al sofá y se levantó.

– Venga, ya fuera bromas, a dormir.– comentó.

Lo miré con ganas de asesinarle y entonces me levanté, le di una patada en el culo y salí corriendo escaleras arriba para meterme en mi habitación.

Me tumbé en la cama y entonces agarré el móvil y llamé a Gavi.

– Hola cielo.– murmuró.– ¿Va todo bien?

– Claro, solo quería escucharte un rato.– dije sonriendo.

Le sentí reírse al otro lado de la línea y entonces empezó a contarme que estaba compartiendo habitación con Pedri y que la cena estaba malísima.

– ¿Qué tal con Fer?

– Bien, aunque es un vacilón eh.– dije.

– Sí, a veces se las da de payaso. Pero es un tío de diez.

Asentí aún sabiendo que no podía verme.

– Me ha tirado al agua antes.– dije.

– ¿No le has pegado de vuelta?– preguntó.

– No.– contesté riéndome.

– Mal hecho, que luego se cree que es intocable y nos pega el doble a nosotros.– respondió.

Me eché a reír y miré el techo dándome cuenta de lo mucho que lo echaba de menos. Su tacto suave en mi piel, sus caricias en mi pelo antes de dormir, sus besos en mi cabeza, sentirle acurrucado a mí, su aliento cálido en mi cuello cuando duerme...

– Te echo mucho de menos.– admití.

– Mi niña. Yo a ti también, mucho, joder.– dijo.– Y pensar que tengo que estar aquí tres días más, se me hace un castigo.

– Creo que es la primera vez que nos separamos tanto desde que empezamos a salir.– dije.

Él hizo un sonido de asentimiento y miré al otro lado de mi cama.

– ¿Mañana contra quien juegas?

– Contra Italia.– contestó.

– ¿No estás nervioso?– pregunté.

𝐓𝐎𝐘𝐆𝐈𝐑𝐋 +18 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora