CAPITULO 03: "La nota del ramo"

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Rechazo la invitación a la fiesta, encontrándola absurda; no sé por qué dude en ir. Quizás la peculiaridad de mi personalidad introvertida que prefiere la compañía silenciosa de las flores a la efusión de las multitudes.

Mientras vuelvo a la floristería, la luz de la luna pinta las calles, apartando la oscuridad de algunos lugares. Las sombras se alargan, y la brisa transporta el frío helado de la noche. La oscuridad de la ciudad parece guardar secretos en cada rincón, y la floristería se erige como mi refugio en este misterioso tablero de sombras.

Al entrar, el sonido de una campana tintinea, anunciando mi regreso al pequeño universo lleno de pétalos y fragancias. Observo la caja de lirios blancos, una presencia enigmática en medio de las otras flores. Mis pensamientos, aún enredados sobre estos lirios, la llamada y el proveedor, siguen flotando en mi cabeza.

—Debería dejarlas en agua; creo que no vienen plantadas —comento, desviando mi atención hacia las notas melódicas que resuenan en el suelo de madera.

Subo a mi habitación; el aroma fresco de las flores sigue mis pasos. La ducha es como un intento de lavar la incertidumbre que se aferra a mis pensamientos. Las gotas caen, llevándose consigo el cansancio del día y dejando espacio para la reflexión. Bajo la regadera, me quedo pensando en la complejidad de las decisiones, en cómo una simple negativa a una fiesta puede desencadenar una serie de eventos.

La cena es un ritual tranquilo. La pechuga asada sisea en la sartén, llenando la cocina con su aroma tentador. La luz tenue del espacio acompaña mi cena solitaria, mientras la ciudad sigue su danza nocturna. Cada bocado es una paleta de sabores que, de alguna manera, conecta con las variadas formas y colores de las flores en la tienda.

Con el plato repletto, subo a mi pieza. El radio, mi compañero constante, espera en la mesa de noche. Su luz tenue llena la habitación cuando lo enciendo, y las noticias resuenan, adentrándome en la realidad más allá de este encierro.

El radio cruje con una voz grave: "Se ha encontrado un cuerpo sin vida bajo el puente Boston Manor M4 Bridge. Posible robo con arma blanca. Lamentablemente, la víctima aún no ha sido identificada al momento de esta noticia."

La noticia retumba en mi conciencia al reconocer la proximidad del puente a mi camino diario.

—Debo tener más cuidado.

Decido bajar una vez que termino la cena y apago el radio para recoger la caja de lirios blancos. Con tijeras en mano, deshago el envoltorio con paciencia, revelando la delicadeza de las flores. Mientras las arreglo, la belleza de los lirios me envuelve, desviando mi atención de las sombras que acechan.

—Probablemente a mi mamá le hubieran encantado.

Terminado el arreglo de algunas flores, las coloco sobre un mostrador más cerca de la puerta de entrada, para que los clientes las admiren. Me dirijo a la mesa donde dejé los restos del embalaje. Entre los papeles, una nota manuscrita atrae mi atención.

—"Para un día especial".

La escritura a mano parece ajena a la formalidad de una tarjeta de la empresa. Es más bien una especie de dedicatoria, planteando dudas sobre el destinatario de las flores.

Con la caja y los envoltorios entre mis manos, apartando la nota a un lado, salgo de la floristería a dejar todo esto en unos contenedores de reciclaje que están un poco lejos de aquí. Lo podría haber hecho mañana, pero realmente estoy de ánimo para hacerlo productivo ahora. La energía residual de las actividades diarias vibra en el silencio nocturno. La brisa acaricia mi rostro. Cada paso se convierte en un intento de romper las barreras de mi propio encierro, pero al parecer, soy el único que lo hace; todos los almacenes y casas están a oscuras, no percibo ni un ruido ni ninguna luz fugaz de su interior.

Al llegar al puente de Boston, la realidad de la noticia se materializa frente a mí. La escena está iluminada por farolas que luchan contra la oscuridad, algunas personas a la distancia murmuran entre ellas, las cintas policíacas envuelven el lugar. Tal vez vine hasta aquí porque, al igual que todas estas personas, tengo una curiosidad interior por saciar. En ese instante, los forenses suben con lo que parece ser el cuerpo envuelto en una simple bolsa de plástico, revelando la tristeza de un destino truncado. Mi corazón late con pesar, recordándome la fragilidad de la existencia.

De regreso en la floristería, coloco los lirios blancos restantes junto a otras flores sin preparar. Su presencia se vuelve un faro de luz en mi pequeño rincón del mundo. Me sumerjo en el acto de cuidar de ellas, como si cada gota de agua fuera un gesto de resistencia contra la incertidumbre que se cierne sobre la ciudad.

—"Para un día especial" —murmuro, sintiendo que esas palabras resuenan en mi interior de una manera diferente.

Me dirijo a la habitación, dispuesto a darle fin a esta noche; mis ojos ya estaban pesados, y bostezar se ha convertido en costumbre. Me recuesto en la cama sintiendo la calidez de las mantas que ya me cubren. Giro mi rostro hacia la mesa de noche, y ahí está la nota que traje conmigo. La agarro junto a una pequeña linterna que tengo en el cajón, la enciendo apuntando al escrito que sostengo en la mano para así observarla con claridad.

La simpleza de esas palabras encierra una complejidad de significados. ¿Es mi día especial, o están destinadas a alguien más? Tal vez son desprendidas de un regalo de alguien más. Mis dedos rozan la textura de la carta, buscando respuestas en cada trazo de tinta.

Las noticias de la radio aún resuenan en mi mente, y me invade una sensación de vulnerabilidad. La ciudad, con sus calles iluminadas y sus sombras escondidas, parece un escenario donde cada decisión tomada resuena en las líneas de una trama más grande.

La noche avanza y, mientras las sombras se despiden ante el amanecer, me doy cuenta de que a veces las respuestas a nuestras inquietudes probablemente se encuentran en los detalles más simples. Como las notas manuscritas y los pétalos blancos que desafían la oscuridad. Sin embargo, también comprendo que a veces no hay respuestas para algo que no perdona su misterio. La vida misma se desenvuelve en capítulos sin conclusión clara.

ENTRE LIRIOS & SOMBRAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora