CAPITULO 09: "Jardín Tranquilo"

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La noche pasó rápidamente cuando regresé a la floristería. En el transcurso del tiempo, y poco después, del qué el tren de Alexander partió, el mío también hizo su aparición en la estación. Una vez en casa, me sumergí en una ducha reconfortante, seguida de la satisfacción de saborear un sándwich mientras la calidez del lugar abrazaba mis sentidos. Finalmente, me acomodé en la cama, sumergiéndome en el sueño reparador que la jornada merecía.

Al despertar, noté un mensaje del grupo de WhatsApp de la universidad; habían cancelado las clases de hoy, por lo que tenía un poco más de tiempo libre.

El aroma en la floristería en la mañana era satisfactorio. Las flores tienden a liberar sus fragancias con mayor intensidad durante las primeras horas del día. Esto se debe a varios factores, como la temperatura más fresca, la menor contaminación y la humedad relativa del aire. Además, algunas flores tienen ritmos circadianos que influyen en la liberación de sus fragancias, siendo más notables ahora.

Mientras el sol se filtra a través de los cristales de la floristería, comienzo ocupándome del cuidado meticuloso de las diversas flores que decoran el espacio. Cada pétalo parece esperar mi atención, y con cariño, riego, poda y ajusto sus entornos para garantizar su florecimiento máximo.

Entre los suaves murmullos de las hojas y el aroma fresco que inunda el ambiente, atiendo a los clientes con una sonrisa cálida. Cada petición se convierte en un pequeño desafío que abrazo con entusiasmo, sugiriendo arreglos florales que se adapten perfectamente a sus ocasiones especiales.

El tintineo de la campanilla anuncia la entrada de un cliente, y mi enfoque cambia de las delicadas flores a satisfacer sus necesidades. Con paciencia, ofrezco recomendaciones y comparto mi conocimiento sobre cada flor, creando un diálogo que va más allá de la transacción comercial.

—Muchisimas gracias, joven —dijo, la mujer con una sonrisa acogedora. Tomó sus flores y bolso de cuero, para retirarse del lugar.

—Disfrute sus tulipanes.

A medida que el día avanza, la floristería se convierte en un lienzo vivo de colores y fragancias. Cada flor cuidada con esmero cuenta su propia historia, y mi labor es ser el narrador que guía a los clientes a través de este cautivador jardín de emociones y sentimientos.

Aprovechando el suave sol del mediodía, decidí tomarme un breve descanso para recargar energías. Salí de la floristería y me dirigí a un acogedor lugar cercano para disfrutar de un almuerzo tranquilo.

Con el estómago satisfecho y la mente despejada, regresé a la tienda para sumergirme en la tarea siguiente: la preparación de ramos para los clientes que esperaban ansiosos sus encargos para el día siguiente. Entre los delicados pétalos y la variedad de colores, seleccioné cuidadosamente las flores, buscando crear composiciones que transmitieran la esencia única de cada pedido.

(...)

Desde la floristería, contemplaba el cambio del cielo de Londres al atardecer. La ciudad se sumía en un crepúsculo suave, con sus luces emergiendo como estrellas urbanas. Entre las flores, percibía la transición del día a la noche, mientras el bullicio se calmaba y la luz ámbar de las farolas comenzaba a iluminar las calles adoquinadas.

Las flores, aunque cerraban sus corolas, conservaban la vitalidad de sus colores bajo la iluminación tenue. Era como si la floristería cobrara vida propia al caer la noche o al menos así lo miraba yo, con mi ropa llena de tierra y mis manos desgastadas.

—Creo que debería dejar de romantizar mi vida. —una sonrisa irónica se dibujó en mi rostro, como si estuviera burlándome sutilmente de mí mismo. —Que tonto eres, Lyrik.

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